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Thriller. Drama
Arthur Fleck (Phoenix) vive en Gotham con su madre, y su única motivación en la vida es hacer reír a la gente. Actúa haciendo de payaso en pequeños trabajos, pero tiene problemas mentales que hacen que la gente le vea como un bicho raro. Su gran sueño es actuar como cómico delante del público, pero una serie de trágicos acontecimientos le hará ir incrementando su ira contra una sociedad que le ignora. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2019
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film sobre Arthur Fleck, un hombre solitario que padece una enfermedad mental por la que debe medicarse. Vive con su madre ya anciana a la que cuida y trabaja como payaso mientras sueña con ser cómico profesional y hacer reír a la gente.
No ha tenido una vida fácil ni conoce la felicidad, siempre ha estado marginado y frecuentemente le han maltratado y humillado, pero aún así se esfuerza por seguir adelante y hacer cosas, siendo una buena persona.
A su alrededor la ciudad se desmorona. Corren malos tiempos en los que se han acrecentado las grietas entre los más desfavorecidos y las clases pudientes y un abismo se ha abierto entre ambas.
La delincuencia aumenta mientras los servicios básicos se recortan, en el caso de Arthur, a su situación ya de por sí dramática, se añade el desdén de una sociedad que no se preocupa por él ni por su enfermedad.
Siempre se había sentido triste e invisible, anhelando ser visto por alguien, algo profundamente humano. Pero poco a poco, Arthur va perdiendo los lazos que le atan a la realidad y se adentra en la locura, desdibujando su visión del mundo y cambiándola por la del Joker.
Esta no es una cinta de superhéroes, sino el retrato de un personaje. Tanto de sus demonios interiores, como de la sociedad que lo transforma. Todd Phillips no hace una película de DC, sino que se inspira en un personaje de ese universo para hacer su propia obra, dándole un tono y unas implicaciones más realistas.
En cuanto a estructura puede ser previsible y similar a otras películas que abordan el descenso a los infiernos de sus protagonistas, algunas de las mejores de los años 70 por ejemplo, como el Travis Bickle que tras volver de Vietnam sufre y cuya mente se vuelve inestable o el Randle McMurphy que estando cuerdo, se enfrenta a la institución a la que va a parar. Sin embargo, Joker tiene su propia personalidad, y lo que mantiene de los 70s es su capacidad de provocación y del cine como un arte que provoca el pensamiento crítico y una reacción en el espectador, no para alentar la violencia, sino para empatizar con el sufrimiento de su protagonista y tratar de construir una sociedad mejor.
El film, que cuida cada detalle, y cuenta con una fantástica fotografía en la que se disfruta cada fotograma, se articula alrededor de la interpretación de Joaquin Phoenix, que es extraordinaria, lo que no sorprende, ya que cuenta con una larga lista de grandes interpretaciones a sus espaldas. Y aporta algo nuevo a un personaje al que ya había hecho Jack Nicholson muy divertido y Heath Ledger, un espectacular agente del caos dispuesto a ver el mundo arder. Phoenix muestra un lado más humano, patético y melancólico cuya risa patológica (o risus sardonicus que bien podría ser un hechizo) siempre le mete en problemas al no poder expresar aquello que siente en realidad, y que posee una gran variedad de registros, como el del sufrimiento, el dolor o el llanto más desconsolado.
No ha tenido una vida fácil ni conoce la felicidad, siempre ha estado marginado y frecuentemente le han maltratado y humillado, pero aún así se esfuerza por seguir adelante y hacer cosas, siendo una buena persona.
A su alrededor la ciudad se desmorona. Corren malos tiempos en los que se han acrecentado las grietas entre los más desfavorecidos y las clases pudientes y un abismo se ha abierto entre ambas.
La delincuencia aumenta mientras los servicios básicos se recortan, en el caso de Arthur, a su situación ya de por sí dramática, se añade el desdén de una sociedad que no se preocupa por él ni por su enfermedad.
Siempre se había sentido triste e invisible, anhelando ser visto por alguien, algo profundamente humano. Pero poco a poco, Arthur va perdiendo los lazos que le atan a la realidad y se adentra en la locura, desdibujando su visión del mundo y cambiándola por la del Joker.
Esta no es una cinta de superhéroes, sino el retrato de un personaje. Tanto de sus demonios interiores, como de la sociedad que lo transforma. Todd Phillips no hace una película de DC, sino que se inspira en un personaje de ese universo para hacer su propia obra, dándole un tono y unas implicaciones más realistas.
En cuanto a estructura puede ser previsible y similar a otras películas que abordan el descenso a los infiernos de sus protagonistas, algunas de las mejores de los años 70 por ejemplo, como el Travis Bickle que tras volver de Vietnam sufre y cuya mente se vuelve inestable o el Randle McMurphy que estando cuerdo, se enfrenta a la institución a la que va a parar. Sin embargo, Joker tiene su propia personalidad, y lo que mantiene de los 70s es su capacidad de provocación y del cine como un arte que provoca el pensamiento crítico y una reacción en el espectador, no para alentar la violencia, sino para empatizar con el sufrimiento de su protagonista y tratar de construir una sociedad mejor.
El film, que cuida cada detalle, y cuenta con una fantástica fotografía en la que se disfruta cada fotograma, se articula alrededor de la interpretación de Joaquin Phoenix, que es extraordinaria, lo que no sorprende, ya que cuenta con una larga lista de grandes interpretaciones a sus espaldas. Y aporta algo nuevo a un personaje al que ya había hecho Jack Nicholson muy divertido y Heath Ledger, un espectacular agente del caos dispuesto a ver el mundo arder. Phoenix muestra un lado más humano, patético y melancólico cuya risa patológica (o risus sardonicus que bien podría ser un hechizo) siempre le mete en problemas al no poder expresar aquello que siente en realidad, y que posee una gran variedad de registros, como el del sufrimiento, el dolor o el llanto más desconsolado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cada elección en el film tiene un propósito, como la comicidad con el compañero payaso de Arthur con acondroplasia (enanismo) que sirve como reflejo para aquella gente que se burlase de él en lugar de sentir empatía, la misma gente que conforma la audiencia del programa en el que finalmente Joker estalla y a la que desprecia por cómo le han tratado durante toda su vida, la misma gente a la que siempre quiso hacer reír.