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Voto de Miquel:
8
7,3
80.710
Comedia. Romance. Fantástico
Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia escrita y dirigida por Woody Allen. Se rueda en escenarios reales de Versalles y París (Museo Rodin, Museo de l’Orangerie, Pont Neuf, Hotel la Bristol, Plaza de la Concordia, Barrio Latino, Campos Elíseos …), con un presupuesto estimado (IMDb) de 17 millones USD. Es nominado a 4 Globos de oro (película/comedia, director, actor/comedia y guión). Producida por Letty Aronson y Stephen Tenebaum para Mediapro, Gravier Productions y Versátil Cinema, se proyecta por primera vez en público el 11-V-2011 (Cannes).
La acción dramática tiene lugar en París durante varios días del otoño de 2010. Gil Pender (Wilson) e Inés (McAdams) forman una pareja natural de California a punto de casarse, que viaja a París junto con los padres de la chica que visitan la ciudad por motivos de negocios. Allí Gil se ve atrapado por la magia y el hechizo de la ciudad y por las noches se siente trasladado al mundo parisino de los años 20 y, en ocasiones, al de la Belle Epoque (últimos años del s XIX). Gil trabaja como guionista de películas y como escritor de novelas. Es idealista, soñador, ingenuo, apasionado, simpático e inseguro y se siente insatisfecho. Responde al perfil propio del hombre común o corriente. Inés es superficial, caprichosa, manipuladora e interesada. Desea vivir en Malibú (CA). En París encuentran a Paul (Sheen) y Carol (Arianda), una pareja amiga de Inés.
El film es entretenido, divertido y grato de ver. La narración es pulcra y meticulosa. El guión, escrito con fluidez y coherencia, es sólido y consistente. La historia rebosa inventiva, buen oficio, riqueza de recursos y experiencia. Desarrolla un cuento fantástico, que resulta encantador. Hace uso de un humor ocurrente, agudo e ingenioso, que divierte, provoca abundantes sonrisas y da paso a numerosas carcajadas. Woody Allen demuestra su buen estado de forma y exhibe agilidad e ingenio. El film divide la acción en dos planos, el real y el fantástico (restringido a Gil), que se corresponden con las horas del día y con las de la noche a partir de las 24 h. Los dos planos permiten contraponer la realidad y los sueños, el mundo de los artistas y el de los que no lo son, la magia de la noche y las fatigas del día. La suma de los dos planos define un contexto que combina realidad y ficción, verdad y surrealismo, que brinda al realizador un universo amplio de posibilidades.
El film plantea una segunda dicotomía, la que se da entre la época presente y épocas pasadas que tienden a ser consideradas como etapas culminantes de la historia. La añoranza de tiempos pasados, idealizados como épocas supuestamente doradas, sirve para denunciar los errores de quienes creen que cualquier tiempo pretérito fue mejor. Por lo demás, la tensión que se establece entre Gil e Inés, por un lado, y los padres de ésta, por otro, y entre aquellos y la pareja de Paul y Carol, aportan los elementos necesarios y suficientes para que el desarrollo de la acción sea vibrante, verosímil y creíble.
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La acción dramática tiene lugar en París durante varios días del otoño de 2010. Gil Pender (Wilson) e Inés (McAdams) forman una pareja natural de California a punto de casarse, que viaja a París junto con los padres de la chica que visitan la ciudad por motivos de negocios. Allí Gil se ve atrapado por la magia y el hechizo de la ciudad y por las noches se siente trasladado al mundo parisino de los años 20 y, en ocasiones, al de la Belle Epoque (últimos años del s XIX). Gil trabaja como guionista de películas y como escritor de novelas. Es idealista, soñador, ingenuo, apasionado, simpático e inseguro y se siente insatisfecho. Responde al perfil propio del hombre común o corriente. Inés es superficial, caprichosa, manipuladora e interesada. Desea vivir en Malibú (CA). En París encuentran a Paul (Sheen) y Carol (Arianda), una pareja amiga de Inés.
El film es entretenido, divertido y grato de ver. La narración es pulcra y meticulosa. El guión, escrito con fluidez y coherencia, es sólido y consistente. La historia rebosa inventiva, buen oficio, riqueza de recursos y experiencia. Desarrolla un cuento fantástico, que resulta encantador. Hace uso de un humor ocurrente, agudo e ingenioso, que divierte, provoca abundantes sonrisas y da paso a numerosas carcajadas. Woody Allen demuestra su buen estado de forma y exhibe agilidad e ingenio. El film divide la acción en dos planos, el real y el fantástico (restringido a Gil), que se corresponden con las horas del día y con las de la noche a partir de las 24 h. Los dos planos permiten contraponer la realidad y los sueños, el mundo de los artistas y el de los que no lo son, la magia de la noche y las fatigas del día. La suma de los dos planos define un contexto que combina realidad y ficción, verdad y surrealismo, que brinda al realizador un universo amplio de posibilidades.
El film plantea una segunda dicotomía, la que se da entre la época presente y épocas pasadas que tienden a ser consideradas como etapas culminantes de la historia. La añoranza de tiempos pasados, idealizados como épocas supuestamente doradas, sirve para denunciar los errores de quienes creen que cualquier tiempo pretérito fue mejor. Por lo demás, la tensión que se establece entre Gil e Inés, por un lado, y los padres de ésta, por otro, y entre aquellos y la pareja de Paul y Carol, aportan los elementos necesarios y suficientes para que el desarrollo de la acción sea vibrante, verosímil y creíble.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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La visión del realizador es tan pesimista y ácida como la tradicional en sus films. A pesar de ello, en esta ocasión se muestra más alegre de lo que ha sido habitual en los últimos tiempos. A partir de aquí, construye propuestas mordaces, hilarantes e inmisericordes, sobre el conservadurismo intransigente y sobre la estupidez de las personas presuntuosas y pedantes. No se libran de la ironía los artistas (pintores, músicos, novelistas, cineastas, fotógrafos, toreros…) que desfilan por la pantalla. A estos los trata en todos los casos con benevolencia bulliciosa, admiración y afecto.
La densidad del relato en referencias cultas es la más elevada de los últimos años y comparable a la de los films que el realizador firmó en los años 70 y 80 (“Annie Hall”, “Manhattan”, "Hannah y sus hermanas" …). Se hace evidente que Allen se siente particularmente cómodo y satisfecho en los momentos de escribir y dirigir el film que nos ocupa, circunstancia que refleja la cinta en la agudeza del sentido del humor, la naturalidad de los giros y la originalidad de las ocurrencias. La extensa relación de personajes del mundo de la cultura y las artes que presenta no se hace ni larga ni tediosa. Cita personajes mostrándolos en imágenes, verbalizando sus nombres o situándolos en letreros, carteles o rótulos.
La banda sonora, de Stephan Wrembel y otros, guitarrista de jazz, ofrece como tema principal una composición de gran belleza, el vals “Midnight in Paris”, que su autor interpreta a la guitarra en varios cortes distribuidos a lo largo de la cinta. Ofrece un tema adicional, titulado “Bistro Fada”, jazzístico, dominado por el canto del clarinete, que abre y cierra el relato. Añade como música ajena un repertorio de excelentes temas, entre los que destacan tres canciones de Cole Porter (“Let’s do It”…), dos composiciones de Offenbach (“Cancán” y “Barcarola”) y cortes de Enoch Light, Josephine Baker (“La conga Blicoti”), Sidney Bechet y otros.
La fotografía, de Davis Khondji (“My Blueberry Nights”, Wong Kar Wai, 2007), muestra la admiración que siente la cámara por París, el paisaje urbano, los monumentos que singularizan la ciudad y las luces del día y la noche que le dan brillo y colorido. La imagen que reproduce el cartel del film y la portada del DVD suma una fotografía del Sena y el celaje de la pintura "La noche estrellada" (1889), de Vincent Van Gogh.
La visión del realizador es tan pesimista y ácida como la tradicional en sus films. A pesar de ello, en esta ocasión se muestra más alegre de lo que ha sido habitual en los últimos tiempos. A partir de aquí, construye propuestas mordaces, hilarantes e inmisericordes, sobre el conservadurismo intransigente y sobre la estupidez de las personas presuntuosas y pedantes. No se libran de la ironía los artistas (pintores, músicos, novelistas, cineastas, fotógrafos, toreros…) que desfilan por la pantalla. A estos los trata en todos los casos con benevolencia bulliciosa, admiración y afecto.
La densidad del relato en referencias cultas es la más elevada de los últimos años y comparable a la de los films que el realizador firmó en los años 70 y 80 (“Annie Hall”, “Manhattan”, "Hannah y sus hermanas" …). Se hace evidente que Allen se siente particularmente cómodo y satisfecho en los momentos de escribir y dirigir el film que nos ocupa, circunstancia que refleja la cinta en la agudeza del sentido del humor, la naturalidad de los giros y la originalidad de las ocurrencias. La extensa relación de personajes del mundo de la cultura y las artes que presenta no se hace ni larga ni tediosa. Cita personajes mostrándolos en imágenes, verbalizando sus nombres o situándolos en letreros, carteles o rótulos.
La banda sonora, de Stephan Wrembel y otros, guitarrista de jazz, ofrece como tema principal una composición de gran belleza, el vals “Midnight in Paris”, que su autor interpreta a la guitarra en varios cortes distribuidos a lo largo de la cinta. Ofrece un tema adicional, titulado “Bistro Fada”, jazzístico, dominado por el canto del clarinete, que abre y cierra el relato. Añade como música ajena un repertorio de excelentes temas, entre los que destacan tres canciones de Cole Porter (“Let’s do It”…), dos composiciones de Offenbach (“Cancán” y “Barcarola”) y cortes de Enoch Light, Josephine Baker (“La conga Blicoti”), Sidney Bechet y otros.
La fotografía, de Davis Khondji (“My Blueberry Nights”, Wong Kar Wai, 2007), muestra la admiración que siente la cámara por París, el paisaje urbano, los monumentos que singularizan la ciudad y las luces del día y la noche que le dan brillo y colorido. La imagen que reproduce el cartel del film y la portada del DVD suma una fotografía del Sena y el celaje de la pintura "La noche estrellada" (1889), de Vincent Van Gogh.