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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama Joe Lampton (Laurence Harvey) acepta un trabajo de contable en un pequeña ciudad del norte de Inglaterra. Movido por la ambición, intenta conquistar a Susan (Heather Sears), la hija del hombre más rico y poderoso del lugar, pero paralelamente entabla una relación con Alice (Simone Signoret), una mujer madura cuya experiencia y sofisticación lo fascinan. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2010
48 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mitad de los años cincuenta, un grupo de directores jóvenes quiso acercar el realismo al cine de ficción. Una de las películas más representativa de lo que más tarde sería conocido como el Free Cinema es “Room at the Top”.

Elegancia. Quizá sea la mejor forma de definir a Clayton. Antes que hablar de Simone Signoret y del cigarrillo, el espectador debe rendirse a la inmensa coreografía que cámara y actores realizan durante casi dos horas. Dejaremos para más tarde los medidos diálogos calenturientos de finales de los cincuenta, el análisis psicológico de los personajes, la conciencia social inherente al Free Cinema o la fotografía documentalista. Hablemos de cine, de puesta en escena, de como mover la cámara al ritmo de vals. Hablemos de puertas y ventanas, de huecos donde fijar la cámara... de miradas de cine. Hablemos de elegancia hasta su demoledor plano final.

Joe Lampton (Laurence Harvey) es un joven atractivo de origen humilde pero seguro de sí mismo. Unos lustrosos zapatos apoyados con descaro sobre la ventanilla de un vagón de tren son el plano que abre la película. Joe, quiere comerse el mundo y la localidad de Warnley un lugar donde estrenar sus nuevos zapatos.

Aunque las intenciones más que evidentes de Joe podrían merar el drama (la escasa sutilidad junto con una especie de déjà vu en el inicio del guión), lo cierto es que Clayton arroja toda la fuerza del melodrama en el personaje de Alice (Simona Signoret) y su desencanto con la humanidad. Signoret y Harvey, entre bocanadas de nicotina y miradas penetrantes describen escenas de gran intensidad y peligrosa sinceridad. Dejan en el recuerdo, una sentida despedida en el andén del tren. Aunque los espectadores prácticamente no han visto casi nada de su tórrido fin de semana, a nadie se le escapa, que en esa despedida, los personajes han evolucionado sentimentalmente. En esta elipsis temporal se encuentra uno de los momentos mejor conseguidos de la película.

De ritmo vertiginoso, casi medido con diapasón, con secundarios que terminan de pincelar el retrato clasista de una época (el padre rico hecho a sí mismo, el compañero funcionario que no aspira a más de lo que por “ley” puede obtener o el acomodado pretendiente de Susan Brown -Heather Sears- que quiere evitar a toda costa que un obrero coma de su plato), y una encomiable puesta en escena (como ya apunté más arriba) son algunas de las armas que tiene Clayton para ser reconocido como autor de más de una película.
Chagolate con churros
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