24 de septiembre de 2021
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Hay películas que, aunque no son buenas, salen a flote gracias a la presencia de una actriz o un actor carismático; no hace falta que sea un genio de la interpretación, basta con que tenga esa cualidad indefinible que provoca que la cámara -y el público- les quiera y/o se identifique con ellos. No es este el caso, sin embargo, de Javier Gutiérrez, que igual se podría llamar Pedro Pérez, pues resulta tan vulgar, tan intercambiable, tan poco atractivo, tan mediocre, tan cansino, que parece mentira que a cualquier director se le ocurra elegirlo para llevar sobre sus espaldas el peso de una película. Dicho esto, la peli prometía al principio, pero es que además contiene música de Perales (la bestia negra del añorado humorista Perich) y unos desnudos bastante gratuitos que dan hasta asco, lo cual no contribuye precisamente a elevar el tono no demasiado estimulante de la función.
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