Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Drama El crac del 29 fue seguido de la Gran Depresión: millones de personas perdieron su trabajo, sus ahorros y su hogar. Una nación basada en un principio según el cual el éxito está al alcance de todo el que trabaje por obtenerlo, estaba hundida en una pobreza insuperable. El sentimiento dominante era el miedo, el fatalismo y la desesperación. Tanta desolación propició la eclosión de nuevas y poderosas fuerzas sociales que se pusieron de ... [+]
9 de noviembre de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película hasta la fecha del realizador Gary Ross, tras la fascinante Pleasantville, en la que mucho de lo que en aquella se intuía aquí se confirma: la elegancia de una sobria puesta en escena, el amor por los personajes, y sobre todo, la ambición de filmar imprimiendo emoción a cada plano, como si de una película del antiguo Hollywood se tratase, dando valor y pureza a una historia que sabe evitar acertadamente los abismos del sentimentalismo.

Seabiscuit nos cuenta un episodio que ilustra la fuerza que el concepto de El Sueño Americano tiene en ese país. Aquellos que no soporten que una nación tan contradictoria como Estados Unidos de lecciones de vida, de esperanza y de bondad, será mejor que se aparten de Seabiscuit, porque eso es exactamente lo que da esta película: una metáfora sobre la recuperación de una nación deprimida, capaz de dar segundas oportunidades a seres (personas, animales), cuyo destino ya parecía escrito.

Porque eso es esencialmente Seabiscuit. No es sólo una película histórica sobre los logros de un caballo. Ni es una biografía sobre las personas que el equino tuvo a su alrededor. De lo que trata la cinta es de la esperanza de seres que en principio no aspirarían a tenerla: un hombre afortunado en el infortunio general del país tras el crack del 29, pero arruinado emocionalmente ya que ha perdido un hijo; un hombre solo, sin nadie a su lado, prácticamente un apátrida; un joven huérfano, perdido y herido; y por supuesto un caballo que, a primera vista, no vale nada, pero que ejerce de imán para todos ellos. Este caballo será aquél que una los caminos de esos seres perdidos en el mundo y perdidos en sí mismos, y les dé una razón para luchar, una razón para seguir adelante.

En Seabiscuit asistimos a los avatares de estos cuatro personajes retratados con pasión, cariño y respeto por parte de su director. Además de una detallista y bellísima recreación histórica, Ross sabe como hacer que el relato resulte apasionante incluso para aquellos que no sigan las carreras de caballos. Pero la mayor virtud de Seabiscuit es sus personajes, su meridiana definición, su credibilidad y la esperanza y fuerza de voluntad que transmiten. Ellos son capaces de levantarse sobre las miserias de una nación y sobre las taras y las desilusiones de sus propias vidas. Inspirador.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow