Con un título como Police y a tenor del cariz de sus primeras secuencias, da la sensación de que estamos ante una rara avis dentro del cine de Pialat, un intento de abandonar su categoría de autor para adentrarse en el mundo del género policial. Nada más lejos de la realidad, a pesar de las apariencias, este es un film que se enmarca sin problemas y sin fisuras dentro del estilo del cineasta francés y que demuestra que las barreras entre el cine de género y el de autor pueden ser difusas y fácilmente franqueables.

Lo que la película muestra es, con el telón de fondo de una rutinaria investigación policial, un inserto de la vida de policías y delincuentes, una película que habla de los tiempos muertos que se producen durante las pesquisas y las relaciones que se establecen entre los dos lados de la ley.

Alejándose del thriller convencional Pialat ofrece mediante frecuentes elipsis todo el desarrollo de una trama donde la inacción es más que palpable y donde las continuas persecuciones, tiros, explosiones y demás pirotecnia sólo pueden formar parte del imaginario colectivo. Es en esta pretensión de realismo sucio donde aparece una galería de personajes que se mueven como pez en el agua en las aguas turbias de una corrupción, digamos, de baja intensidad. Con profusión de diálogos por encima de acciones se observa como a pesar del avance del tiempo las vidas de los personajes están abocados al inmovilismo, como si una suerte de fatalidad del destino les marcara y les impidiera evolucionar. Sin embargo todo ello no parece afectarles, puesto que todos ellos son plenamente conscientes de sus actos y al mismo tiempo no sólo no pretenden cambiar sino que aceptan sus roles con naturalidad, como si nada de lo que hicieran tuviera significado alguno, como si fueran meros títeres en manos de un poderoso demiurgo llamado fatalidad que les arrastrara por su periplo vital.

Uno de los aspectos más importantes de la película es pues el enorme trabajo de caracterización psicológica de sus personajes. Tratados como si fueran ejemplos subvertidos de un film noir hallamos a un policía, magníficamente interpretado por Depardieu, víctima de sus instintos, de sus arrebatos de brutalidad y de sus impulsos infantiles, una víctima de la irrefrenable pasión que siente por una suerte de mujer fatal encarnada por Sophie Marceau y un cómplice en el juego de mantenerse en el alambre que separa la ley de la caída libre a los pozos de la corrupción. Un juego donde su mejor amigo, un abogado criminalista, funciona a modo especular sobre cual podría ser destino. (sigue en spoiler)