Mientras veía este film, siempre hay joyas desconocidas, estaba fascinado no sólo por el mano a mano entre Ida Lupino y Robert Ryan; no solo por una notable realización con largos planos secuencia. La cámara sube la escalera con los protagonistas y les sigue hasta las habitaciones. El set (comedor de la casa) es utilizado en todas sus posibilidades espaciales para seguir a los personajes, componiendo escenas de gran intensidad. La situación es tensa aunque no creo que claustrofóbica.
Lo que mas me fascina no es el desarrollo naturalista de la situación: viuda de guerra que vive sola alquilando una habitación: Llega un hombre que sabemos que es o un asesino o un psicótico de guerra.
La situación se trastoca en un film que de una situación naturalista se va transformando en una especie de abstracción: una mujer “sola”, encuentra a un hombre “sólo”, la situación deviene en cambios en la relación –utilizando el pretexto de la enfermedad- . ámbos personajes muestran sus heridas y su vulnerabilidad; y en la salida de final de escena: Todo vuelve a la normalidad. La mujer vuelve a ser la viuda que solicita ayuda para limpiar la casa y el hombre, una vez hecho el trabajo cobra por él y amablemente se despide de su anfitriona.

Tiene todos los elementos y la estructura de la situación construídos al modo de cómo Harold Pinter, transforma situaciones cotidianas, sacando de las profundidades elementos de los personajes, para reconstruir “otra” situación. Véanse tanto sus obras: “The Caretaker”, “Coming Home”, “The Birthday Party”, etc o sus guiones como “Accidente”.. “El Sirviente” etc.

No, no es un thriller normal, es mucho más que eso. No en vano su director nacido Checo, se formó en la Viena de 1900, arquitecto, actor y director artístico con Max Reinhardt. Luego emigró y tuvo que ganarse la vida: Sólo dos films como director y el resto en la naciente TV.