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Drama. Intriga
El Cairo, verano de 2013, dos años después de la revolución egipcia. Tras la destitución del presidente islamista Morsi, en un día de violentos disturbios, la policía detiene y encierra en un furgón a decenas de manifestantes con convicciones políticas y religiosas diferentes. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Egipto actual conviviendo dentro de un furgón militar un día de manifestación del 2013. Periodistas, partidarios de los Hermanos Musulmanes, defensores de la acción del ejèrcito, soldados, vagabundos........, hombres, mujeres, niños, ancianos. Toda la población cairota movilizada, sin saber muy bien hacia dónde y porqué.
Un retrato minucioso de Mohamed Diab sobre la violencia y las inexplicables razones que conducen a los desacuerdos, a la falta de expectativas y al absolutismo de que: "el que no está conmigo está contra mí".
Las relaciones de unos y otros en una situación límite, nos hablan del caos más profundo, pero también de lo contagiosa que pueden resultar la solidaridad y el compañerismo en cuanto quedan fuera las consignas, los miedos, las religiones y los prejuicios. El diálogo no estaría tan lejos si hablaran los corazones; la apocalíptica realidad, según el director, fue derrotada en el 2011 por los valores de la llamada primavera árabe. No obstante, hasta que lleguen tiempos mejores y la paz vuelva a sonreír tras los nubarrones, los egipcios seguirán embarrancados en el ojo por ojo y en los conflictos de odio alimentados por facciones irreconciliables.
¿Cuándo se darán cuenta las víctimas civiles de que los políticos corruptos, las religiones y el ejército no forman parte de la solución, si no que son los hacedores máximos del problema?
Un retrato minucioso de Mohamed Diab sobre la violencia y las inexplicables razones que conducen a los desacuerdos, a la falta de expectativas y al absolutismo de que: "el que no está conmigo está contra mí".
Las relaciones de unos y otros en una situación límite, nos hablan del caos más profundo, pero también de lo contagiosa que pueden resultar la solidaridad y el compañerismo en cuanto quedan fuera las consignas, los miedos, las religiones y los prejuicios. El diálogo no estaría tan lejos si hablaran los corazones; la apocalíptica realidad, según el director, fue derrotada en el 2011 por los valores de la llamada primavera árabe. No obstante, hasta que lleguen tiempos mejores y la paz vuelva a sonreír tras los nubarrones, los egipcios seguirán embarrancados en el ojo por ojo y en los conflictos de odio alimentados por facciones irreconciliables.
¿Cuándo se darán cuenta las víctimas civiles de que los políticos corruptos, las religiones y el ejército no forman parte de la solución, si no que son los hacedores máximos del problema?