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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
5
Western Un vaquero busca durante años al bandido que asesinó a su mujer y que secuestró a su hijo recién nacido. Cuando por fin consigue encontrarle logra la venganza que tanto ha deseado y acaba con él, pero su hijo se pondrá en su contra. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por aquellos días, también para nosotros, "el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo" Para quienes habíamos aprendido a leer en las novelas del oeste y en los comics del Jabato y Capitán Trueno, el spaghetti western no era un género menor, era el que mejor se adaptaba a nuestras deficiencias culturales, las que arrastraban miles de pueblos perdidos de nuestra geografía hispana, y no habíamos alcanzado la exquisitez de diferenciar entre buenas y malas películas; todas eran apreciables, porque solo llegaba una a la semana y porque poseíamos la suficiente generosidad para perdonar los fallos y nuestra desbordante imaginación rellenaba también los cortes de la censura y las secuencias oscuras de los proyectores de carbón.

En este hábitat oscurantista de la España de los sesenta llegó a Garganta la Olla "7 dólares al rojo", una de las buenas, de las que reventaban la sala de sillas de tijera, de las que convertían en museo el lugar en el que se colocaban las carteleras de cartón duro, una historia de la que se hablaría durante semanas y que incluso recordaría algunos hechos, no tan lejanos, que tuvieron lugar en la misma aldea, poco después de la guerra. No en vano, además de vacas, caballos, cerdos y gallinas, algunas escopetas, el odio y el afán de venganza seguían campando por las empedradas callejuelas y los alrededores polvorientos y salvajes.

Lo del título, lo recuerdo perfectamente, era porque es el precio que el "malote" (Fernando Sancho) pone a la hermosa mujer india del protagonista, que yace muerta en el suelo con una larga falda de color rojo sobre la que arroja siete monedas, al inicio de la película, asegurando que con eso podrá comprar otra del mismo valor.

Estoy seguro que hoy no aguantaría, a no ser que fuera por una apuesta, ni diez minutos de esta repetida, hasta la saciedad, aventura de búsqueda y castigo justiciero; pero no reniego de haberla visto en su momento y de las satisfacciones que me rentaron aquellas cinco pesetas invertidas, un Domingo, en el Cine de Periquín.
Sinhué
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