Tiros, más tiros. Ciudad fría, casi metálica, que está ahí para acoger policías corruptos, mafias de todas las razas, yonquis y camellos. Tiros, más tiros. Tío duro, que comparado con lo que le rodea es un angelito. Tiros, más tiros, explosiones. Mujeres fatales: putas, heroinómanas y sádicas chinas. Tiros, más tiros, martillazos. No hay que caer en la trampa, el amor debilita. Puñetazos, tiros, más explosiones. Maletín de dinero, besito y huida hacia el aeropuerto, sí, también el perro.

Mel Gibson imagino que no cobraría por hacer esta película, porque el verdadero protagonista es un autómata con sus mismas medidas. La voz en off le viene muy bien, porque como los zombies no hablan... Y el resto del reparto está claro que cobraron antes de empezar el rodaje, de ahí la poca entrega.


Con todos estos ingredientes, revueltos sin medida y aliñados con litros de sangre es difícil hacer una película, aunque sea un remake.