¿Qué necesitas para hacer una gran comedia, cuando tienes un gran elenco, los mejores actores y un contexto social que ofrece muchísimo potencial? Pues, un poco de sentido común, y también un poco de humildad. Y esto es lo que ha faltado estos creadores en esta comedia negra que después de ofrecer una buena primera temporada, se destroza, se suicida y al final se cae en pedacitos en la segunda temporada. Eso ocurre cuando los creadores dejen de pensar en el argumento, el arte y la coherencia y solo piensan en sorprender al publico a través de una obra maestra.
La segunda temporada empieza un poco después de la primera temporada. Como Don Giulio ya ha fallecido, el club necesita un presidente nuevo. Pero Coco no lo tendrá fácil. Tiene un desafío. Un candidato. Un actor muy bueno que antes no había visto nunca. Y allí empiezan unos hechos que convierte la serie totalmente. Lo que era una comedia - un poco negra - (como decía un periódico, un poco la luna de la Avellaneda y un poco nueve reinas) se convierte en algo diferente. Pero allí es donde los creadores - los guionistas y los directores - pierden el control, sobre su cerebro principalmente. Guillermo Toledo, en cada escena, parece estar arrepentido por haber hecho este trabajo. Los otros actores dejan de tener ninguna coherencia interpretativa y hacen lo que quieran. Y al final, hay un montón de nuevos personajes que no deberían haber estado allí. En todo esto, Martin Piroyansky y Gabriel Goity siguen interpretando muy bien y salvan muchos capítulos. Pero tienen que defender un material muy pobre. Si ustedes han visto la primera temporada, no vean la segunda y quédense con el buen recuerdo de la primera.