Lola Flores interpreta a una joven que viven en una islote donde se pasa el día nadando, cantando en las rocas y bailando sobre la arena. Este tipo de ambientes me gustan mucho porque son altamente evocadores y sensuales, sobre todo cuando son marco de historias dramáticas como esta. Lástima que la realización sea tan discreta y el guión esté tan escasamente desarrollado.

Para mi gusto Lola está estupenda y convincente, y más guapa que nunca en su papel de chica ingenua, lejos de sus habituales roles de gitanilla simpática y o mujer temperamental.

Las canciones son preciosas, ayudan a crear atmófera y como siempre, son el reflejo emocional del personaje, sobre todo la que canta en el cabaré es especialmente bella.

Todo despide ese sabor a mar que siempre es una mezcla de misterio, añoranza, incertidumbre, melancolía, aventura, libertad o encierro, paz y tragedia.

Los paralelismos con el cuento de Hans Christian Andersen son notables si se presta atención, aunque no sé si el guionista se basara en el cuento para construir su historia; de todas formas era fácil.

Imprescindible para los fans de Lola.

A destacar:
Lola Flores, las canciones y el ambiente.

Lo peor: su escaso desarrollo.