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Voto de Gilbert:
8
18 de febrero de 2010
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tu vida va transcurriendo de batalla en batalla. Algunas las ganas, la mayoría las pierdes. Pero carece de importancia.
Lo que sí que importa es cuando ya no puedes ni batallar. Las heridas sangran demasiado, e insensibilizas el dolor con una coraza que protege el corazón. Tal vez te vuelvas más agrio, tal vez creas que estás más insensible. Pero te parece bien, es una buena defensa. Pero sencillamente es mentira,
No soportas el azúcar. Ya has tenido alguna indigestión, y sólo su vista te provoca cierta repulsión. Pero alguien te recomienda un pastel. Lo miras con cierta reticencia, pero también con curiosidad.
Cuando empiezas a testarlo algo piensas: oh no, un folletín decimonónico. Pero se te va haciendo digerible. Es más, te crea una extraña adicción y aunque sigues mirándolo con desconfianza tu paladar contradice tu vista.
Hasta que estás sentando en la mesa con tres comensales, y de repente hay algo que te entrega completamente. Te has rendido. Tu gusto ya no está solo. Todo tu cuerpo es transportado en un viaje onírico, en el que la realidad es un sueño, y el sueño es realidad. Porque se ha hecho realidad la profecía:
"Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne." (Ezequiel; 36, 26)
Así hasta el final del viaje, y más allá del final. Porque sencillamente hubo un momento en que hiciste...
Lo que sí que importa es cuando ya no puedes ni batallar. Las heridas sangran demasiado, e insensibilizas el dolor con una coraza que protege el corazón. Tal vez te vuelvas más agrio, tal vez creas que estás más insensible. Pero te parece bien, es una buena defensa. Pero sencillamente es mentira,
No soportas el azúcar. Ya has tenido alguna indigestión, y sólo su vista te provoca cierta repulsión. Pero alguien te recomienda un pastel. Lo miras con cierta reticencia, pero también con curiosidad.
Cuando empiezas a testarlo algo piensas: oh no, un folletín decimonónico. Pero se te va haciendo digerible. Es más, te crea una extraña adicción y aunque sigues mirándolo con desconfianza tu paladar contradice tu vista.
Hasta que estás sentando en la mesa con tres comensales, y de repente hay algo que te entrega completamente. Te has rendido. Tu gusto ya no está solo. Todo tu cuerpo es transportado en un viaje onírico, en el que la realidad es un sueño, y el sueño es realidad. Porque se ha hecho realidad la profecía:
"Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne." (Ezequiel; 36, 26)
Así hasta el final del viaje, y más allá del final. Porque sencillamente hubo un momento en que hiciste...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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Crack