Tiene que haber unos personajes malvados, y su aparición no puede ser más forzada. Desde la escena en la gasolinera hasta el encuentro en el bosque, es todo una sucesión de desastres inverosímiles.
El personaje de Tom Berenguer es atacado por unos ladrones, le dan una paliza y lo dejan tirado en su jardín durante horas. Llegan sus amigos, lo levantan y tan pronto está a punto de palmar, como se recupera para volver a empeorar y volver a estar como si nada al final de la película.
El protagonista, que es un astrónomo caído en desgracia, tiene una serie de problemas personales, que ya ni se sabe en qué quedan, puesto que aquí nadie se aclara. Al principio su mujer quiere divorciarse de él, para al final volver ya que el hombre recupera su credibilidad profesional, pero se dejan demasiado cabos sueltos.
Las escenas de caída de meteoritos están fuera de la realidad en un supuesto bajo una mínima base científica. De pronto un grupo de ellos se ceban en la carretera con el astrónomo que viaja con su familia, como si fueran un ataque de algún enemigo con armamento convencional. Absolutamente inverosímil.