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Voto de Tony Montana:
7
Drama Narra las ajetradas vidas de unos agentes inmobiliarios de Chicago que intentan sobrevivir en un mundo altamente competitivo y un mercado en plena depresión. A pesar de la situación, reaccionan siempre con unos escrúpulos y una solidaridad admirables. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2006
74 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como director, Mamet nunca ha sido plato de mi gusto, pero hay que reconocer que como guionista casi siempre ha sabido dar con el toque adecuado a las películas, y más aún si lo deja en manos de otro director más competente, aunque este no sea un Scorsese o un Clint. La película es una muestra perfecta de la tiranía del dinero y el trabajo en el sistema de bienestar que es nuestra sociedad, donde a veces nos convertimos en meras máquinas al servicio de un estado que nos da más que nos quita, y que para escalar en él hay que recurrir al juego sucio y a pisar al compañero, al precio que sea.

El guión mejora conforme avanza la película. Al comienzo, Mamet me transmitía la sensación de no saber qué contar, si una película de traiciones, si un drama... hasta que descubrimos que es una brutal sátira sobre el capitalismo. Un comienzo algo complejo, con todo el tema inmobiliario, que hace que el espectador se pierda por momentos dentro de la trama, deja paso a un violento estudio de personajes a raíz de la magistral aparición de Al Pacino con Jonathan Pryce. A partir de la mitad de la película, el desarrollo del guión y la puesta en escena son vertiginosos, dejando de lado el mcguffin de esta segunda parte y centrándose en las relaciones de los compañeros, el desprecio del fuerte por el débil, y la desesperación del más débil dentro de un sistema económico que no permite concesiones. Al final, Mamet va dejando piezas sueltas, lanzando un falso culpable, y ocultando la verdad hasta el último momento, en un ejercicio de escritura brillante, casi de thriller, al que hay que unirles unos diálogos totalmente brillantes, que ayudan a retratar aún más la crisis y la desesperación en momentos malos. James Foley tiene algunos momentos realmente brillantes, con una dirección totalmente heterogénea, dota de un ritmo frenético a la película, y gracias a ello, nos guardamos algunas escenas antológicas, pero en total, en otras manos, habría alcanzado un resultado notabilísimo. Foley no es un gran director, y lo demuestra en algunos momentos, sin estar a la altura de Lemmon o Pacino, jugando demasiado con la cámara sin necesidad alguna de ello.

El reparto entero está a un nivel sobresaliente. Al Pacino da uno de esos recitales exagerados que tan bien compone, recordando por momentos en su bordería a Tony Montana, ya que su personaje es probablemente el más carismático de la cinta, siendo su aparición de lo mejor de la película. Y Jack Lemmon es el otro pilar sobre el que se asienta la interpretación. Pasa de estar eufórico a estar totalmente desesperado en unos segundos, abarcando una serie de registros asombrosos. Pero igualmente destacable es Alec Baldwin. Sale 5 minutos, pero se come la pantalla.

Una película con un guión brillante, pero que si hubiera contado con un director mejor podrçia haberse convertido en una de las grandes cintas del cine moderno. Una lástima
Tony Montana
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