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Voto de Tony Montana:
10
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28.306
Western
Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
8 de mayo de 2008
154 de 201 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un profano del cine de Ford hable sobre sus westerns o sobre su cine en general, siempre lo hará desde la perspectiva tópica del desconocimiento más supino que pueda existir y le llamará facha o rancio. También está la versión que te dirá que directamente no casa con el western porque cuenta historias también fachas, sobra decirlo, básicamente porque su atribulada cabecita, llena de videoarte, cine contemplativo y urbano y demás mariconadas varias, no entiende que el género supremo del cine únicamente cuenta historias actuales ubicadas en una situación espacio temporal distinta, aunque a ellos les siente como un tiro ver a gente con sombrero de cowboy. Obviamente, nunca sabrán argumentar por qué piensan que Ford es un facha, únicamente se lo oyeron a otro que lo oyó de otro colega que dice que un amigo, una vez, y de pasada, vio 5 minutos de una peli del oeste, por lo tanto reconducirán la conversación hasta el punto que a ellos les interesa. Si no, te dirán algo de los indios... siempre algo de los indios. ¿Por qué descargo mi odio contra aquellos diferentes a mí y hablo de Ford? Sencillamente porque el otro día me vi por enésima vez La diligencia, película de la que estoy absolutamente enamorado, y no sé si es por su sencillez en la propuesta, por su honradez, por su falta de maniqueísmo o por la ruptura de tabúes sociales en aquella época. Quizás, también, porque sea la primera obra maestra de mi género preferido y aquella que sentó las bases de dicho género en su vertiente más clásica y también, por qué no, del cine en general, siendo la más clara precursora de Ciudadano Kane, probablemente la película-tótem de la revolución cinematográfica, ya que Ford cambió el estilo de los encuadres, la planificación y el empleo de una fotografía que sabía aprovechar lo mejor del expresionismo pero dejando fuera a veces ese esteticismo tan insoportable en que te hacía caer el género alemán.
Pero creo que, por encima de todo, el motivo por el que me gusta tanto esta cinta del maestro es porque me da la razón en aquello que siempre digo, y es que Ford era, es y será el cineasta más social y progresista que ha habido en la historia del cine. Esas ideas, alejándonos de su cine "no western", iban desde la lucha contra el racismo, la censura en El hombre que mató a Liberty Valance o la redención y la victoria de los socialmente defenestrados frente a las clases pudientes. Y es que Ford, ferviente católico y alcohólico, era como un Jesucristo moderno, ya que sus personajes siempre eran desterrados, seres errantes sin hogar, putas o borrachos, y él les daba cobijo en su regazo. Obviamente, si le preguntásemos por las virtudes sociales de esta película saltaría de la misma forma en que le respondía a Bogdanovich cuando le preguntaba por su labor de poeta y me mandaría a la mierda, pero es innegable la ternura que Ford sentía por los socialmente poco aceptados y el lirismo que veía en cada una de sus bondadosas acciones.
Pero creo que, por encima de todo, el motivo por el que me gusta tanto esta cinta del maestro es porque me da la razón en aquello que siempre digo, y es que Ford era, es y será el cineasta más social y progresista que ha habido en la historia del cine. Esas ideas, alejándonos de su cine "no western", iban desde la lucha contra el racismo, la censura en El hombre que mató a Liberty Valance o la redención y la victoria de los socialmente defenestrados frente a las clases pudientes. Y es que Ford, ferviente católico y alcohólico, era como un Jesucristo moderno, ya que sus personajes siempre eran desterrados, seres errantes sin hogar, putas o borrachos, y él les daba cobijo en su regazo. Obviamente, si le preguntásemos por las virtudes sociales de esta película saltaría de la misma forma en que le respondía a Bogdanovich cuando le preguntaba por su labor de poeta y me mandaría a la mierda, pero es innegable la ternura que Ford sentía por los socialmente poco aceptados y el lirismo que veía en cada una de sus bondadosas acciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y es que Ford tenía la extraña capacidad que pocos más han tenido en este arte de traspasar constantemente la línea que separa drama y comedia sin caer nunca en el bochorno. Y por ello La diligencia marca un camino netamente fordiano, la lucha contra el destino y las convenciones sociales. La visión libre de prejuicios es la de Ford, la de Ringo, enamorado de una mujer cuya marginación no entiende hasta que Ford, en una impagable secuencia al final de la cinta, le enseña al pobre Wayne su trabajo, y a pesar de todo, el amor puro, libre de ideas preconcebidas, es lo que prima en las clases trabajadoras, como demuestra el comienzo mientras el doctor Boone agarra a Dallas del brazo ante la mirada de las moralistas y rancias señoras de la liga de la moral y la justicia, y caminan en busca de la diligencia tarareando Shall We gather at the river.
Pero, por encima de todo, en La diligencia encontramos como núcleo de la historia dos de los temas más importante en el cine de John Ford: la familia y la patria americana. A través de algunos personajes, movidos por deseos familiares, como el cochero que busca pagar a medio Chihuahua, como él llama a la familia de su mexicanita, Ringo que busca venganza por la muerte de su familia, y la señora Mallory, en busca de su marido , Ford construye dentro de esa pequeña carroza una especie de familia llena de contrastes de la que, como dice Doc Boone poco antes del ataque de los indios, será difícil que se vuelvan a encontrar, y a pesar de todas las rencillas, eso le supone una tristeza, algo que a veces ocurre con nuestras familias, a las que estamos tan unidas a pesar de todo. Pero, dentro de dicha diligencia, también tenemos una imagen alegórica de lo que es el país norteamericano. Ford cumple ese dicho de que el currante siempre ayudará al currante, y enfrente a los honrados aunque despreciados socialmente contra aquellos cuyos prejuicios y maldad crecen al ritmo de su cuenta corriente, como demuestra la soberbia secuencia en la primera estancia donde Dallas es ignorada por todos salvo el joven Ringo. Es por ello que la película brilla especialmente como un crudo retrato de las tensiones entre diferentes personas y, al mismo tiempo, la interrelación que surge entre unas y otras, como pasa actualmente en los Estados Unidos, donde el sur y el norte siguen llevándose mal, con ideas distintas, pero obligados a colaborar en pos de un ideal común, y donde únicamente aquellos que busquen el bien propio acabarán mal. Y es que la visión de Ford en esta película es la del idealista que un año más tarde realizó Las uvas de la ira, Ford acaba de crear el western moderno y no da una visión cínica ni desencantada del mundo, y lo hace uniendo mito y realidad con una película de un cariz eminentemente social y de una pureza ideológica que contrasta con aquello de lo que siempre se le acusa.
Pero, por encima de todo, en La diligencia encontramos como núcleo de la historia dos de los temas más importante en el cine de John Ford: la familia y la patria americana. A través de algunos personajes, movidos por deseos familiares, como el cochero que busca pagar a medio Chihuahua, como él llama a la familia de su mexicanita, Ringo que busca venganza por la muerte de su familia, y la señora Mallory, en busca de su marido , Ford construye dentro de esa pequeña carroza una especie de familia llena de contrastes de la que, como dice Doc Boone poco antes del ataque de los indios, será difícil que se vuelvan a encontrar, y a pesar de todas las rencillas, eso le supone una tristeza, algo que a veces ocurre con nuestras familias, a las que estamos tan unidas a pesar de todo. Pero, dentro de dicha diligencia, también tenemos una imagen alegórica de lo que es el país norteamericano. Ford cumple ese dicho de que el currante siempre ayudará al currante, y enfrente a los honrados aunque despreciados socialmente contra aquellos cuyos prejuicios y maldad crecen al ritmo de su cuenta corriente, como demuestra la soberbia secuencia en la primera estancia donde Dallas es ignorada por todos salvo el joven Ringo. Es por ello que la película brilla especialmente como un crudo retrato de las tensiones entre diferentes personas y, al mismo tiempo, la interrelación que surge entre unas y otras, como pasa actualmente en los Estados Unidos, donde el sur y el norte siguen llevándose mal, con ideas distintas, pero obligados a colaborar en pos de un ideal común, y donde únicamente aquellos que busquen el bien propio acabarán mal. Y es que la visión de Ford en esta película es la del idealista que un año más tarde realizó Las uvas de la ira, Ford acaba de crear el western moderno y no da una visión cínica ni desencantada del mundo, y lo hace uniendo mito y realidad con una película de un cariz eminentemente social y de una pureza ideológica que contrasta con aquello de lo que siempre se le acusa.