Media votos
5,7
Votos
27
Críticas
27
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Shikigami:
8
5,3
53
Drama
Primer largometraje de la historia basado en la figura de Jesucristo. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante el trabajo del equipo del canadiense Sydney Olcott en esta producción. O habría que decir más bien de Sydney Olcott y Gene Gauntier. La labor de Gauntier en la búsqueda de localizaciones y apoyo a todo tipo de tareas en la realización —ella misma afirmó que ayudaba en tareas de dirección a Olcott, a pesar de que esta tarea no aparece en créditos— engrandece la película, dotándola de un realismo escénico impensable en la época. Además, escribe el guión y encarna el papel de María con brillantez. Todo lo que pueda tener de positivo esta cinta cuenta con su gran aportación. Recordemos que esta mujer asumió trabajos de actriz, escritora, guionista de historias adaptadas y de historias originales, e incluso de productora, ya que montó el mismo año 1912 la compañía Gene Gauntier Feature Players Company. Pero conforme la industria se afianzó, relegó a la mujer a un papel sedcundario y olvidó pronto el enorme papel de mujeres relevantes y pioneras del cine como Gauntier. En una carta al productor William Selig de 1915, Gauntier se sincera diciendo que Del Pesebre a la Cruz, fue concebida, escrita y codirigida por ella, algo que parece bastante verosímil a la luz de la documentación de varios archivos y fuentes.
La dificultad de rodar en los lugares donde se desarrolla la historia real, Egipto y Palestina, y la enorme empresa organizativa, además de artística, dan un resultado espectacular, de enorme calidad, intemporal y bella. Se rodaron escenarios naturales de Belén, Nazaret, el mar de Galilea y Jerusalén, buscando siempre la localización más precisa según la historia real. Durante el rodaje, Gauntier cuenta todo tipo de peripecias, recorridos larguísimos entre el polvo y un sol abrasador, fuertes vientos, cientos de millas a lomos de caballo, a pie o en carro, en condiciones insalubres, un agotamiento físico y emocional tremendo, la mezcla entre curiosidad y avasallamiento de los lugareños, que incluso pudo acabar en sangre ante unos árabes airados, resultando el término apresurado del rodaje y dando al traste con un par de escenas. Sin embargo, la producción no supuso un coste desmesurado y se llegó a recaudar unas treinta veces lo invertido, enriqueciendo a los responsables de la compañía Kalem.
El origen no fue premeditado: Olcott y Gauntier (que era capaz de trabajar con un ritmo rapidísimo en sus guiones) partieron al Mediterráneo para realizar diversas películas de aventuras con localizaciones en esas regiones, ya que la compañía Kalem fue la primera en buscar este exotismo en lejanos escenarios. En lugar de ello, se dedicaron a filmar documentales, y las ubicaciones que rodaron en Palestina y Egipto les parecieron tan impresionantes que decidieron realizar una ficción de larga duración basada en la vida de Jesucristo, lo que dio lugar a “Del pesebre a la cruz”. Además, las pretensiones de productoras como la Kalem Company eran entonces las de impulsar el cine como actividad cultural para un público instruido, y no sólo como entretenimiento o curiosidad liviana e intrascendente.
El esquema narrativo es muy simple: la vida de Jesús contada desde los días previos a su nacimiento en Belén, desde la Anunciación. Al ser película muda de 1912, es todo muy lineal y plano en estructura: se establece un guión con intertítulos. Estos intertítulos son referencias a versículos de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, organizados en capítulos.
A pesar de este esquema tan necesariamente lineal, la película tiene fuerza y dramatismo, vigor y ritmo. Los personajes están muy bien representados, y las escenas muy bien llevadas al plano visual. Lo que, con la excelente ambientación, crea un conjunto memorable. Además, subrayar las difíciles escenas de multitudes, perfectamente recreadas y con un tono muy naturalista.
El personaje de Jesús en muchos pasajes adopta un teatralismo a veces forzado, propio de un actor, Robert Henderson-Bland, cuyo medio había sido hasta ese momento únicamente el teatro. También hay que tener en cuenta que sin palabra de por medio es un papel muy difícil.
La celebérrima narración de la expulsión de los mercaderes del templo está descrita con profusión de extras muy metidos en su papel, mientras un Jesucristo se gira a cámara para enfatizar cómo se quita el cinto para castigar con él a los profanadores. Estas notas poco naturalistas resultan irreales, pero también ayudan a subrayar las actitudes y los caracteres de los personajes, evitando que un discurso tan lineal como puede ser el esquema versículo-descripción en imágenes borre dramatismo. Así, cuando en la escena siguiente el escriba reflexiona sobre cómo acabar con Jesús, lo hace con el rostro cabizbajo y mesándose la barba con notoriedad. Posteriormente proclama su idea abriendo los brazos y elevando el índice al techo. Muy del lenguaje mudo, evidentemente.
En resumen, excelente ambientación y escenografía, magnífica fotografía de George K. Hollister, tomada según Gauntier a la primera, notable dirección; un ritmo, con excepciones, muy interesante, grandes actuaciones, y todo muy fiel a la historia.
La dificultad de rodar en los lugares donde se desarrolla la historia real, Egipto y Palestina, y la enorme empresa organizativa, además de artística, dan un resultado espectacular, de enorme calidad, intemporal y bella. Se rodaron escenarios naturales de Belén, Nazaret, el mar de Galilea y Jerusalén, buscando siempre la localización más precisa según la historia real. Durante el rodaje, Gauntier cuenta todo tipo de peripecias, recorridos larguísimos entre el polvo y un sol abrasador, fuertes vientos, cientos de millas a lomos de caballo, a pie o en carro, en condiciones insalubres, un agotamiento físico y emocional tremendo, la mezcla entre curiosidad y avasallamiento de los lugareños, que incluso pudo acabar en sangre ante unos árabes airados, resultando el término apresurado del rodaje y dando al traste con un par de escenas. Sin embargo, la producción no supuso un coste desmesurado y se llegó a recaudar unas treinta veces lo invertido, enriqueciendo a los responsables de la compañía Kalem.
El origen no fue premeditado: Olcott y Gauntier (que era capaz de trabajar con un ritmo rapidísimo en sus guiones) partieron al Mediterráneo para realizar diversas películas de aventuras con localizaciones en esas regiones, ya que la compañía Kalem fue la primera en buscar este exotismo en lejanos escenarios. En lugar de ello, se dedicaron a filmar documentales, y las ubicaciones que rodaron en Palestina y Egipto les parecieron tan impresionantes que decidieron realizar una ficción de larga duración basada en la vida de Jesucristo, lo que dio lugar a “Del pesebre a la cruz”. Además, las pretensiones de productoras como la Kalem Company eran entonces las de impulsar el cine como actividad cultural para un público instruido, y no sólo como entretenimiento o curiosidad liviana e intrascendente.
El esquema narrativo es muy simple: la vida de Jesús contada desde los días previos a su nacimiento en Belén, desde la Anunciación. Al ser película muda de 1912, es todo muy lineal y plano en estructura: se establece un guión con intertítulos. Estos intertítulos son referencias a versículos de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, organizados en capítulos.
A pesar de este esquema tan necesariamente lineal, la película tiene fuerza y dramatismo, vigor y ritmo. Los personajes están muy bien representados, y las escenas muy bien llevadas al plano visual. Lo que, con la excelente ambientación, crea un conjunto memorable. Además, subrayar las difíciles escenas de multitudes, perfectamente recreadas y con un tono muy naturalista.
El personaje de Jesús en muchos pasajes adopta un teatralismo a veces forzado, propio de un actor, Robert Henderson-Bland, cuyo medio había sido hasta ese momento únicamente el teatro. También hay que tener en cuenta que sin palabra de por medio es un papel muy difícil.
La celebérrima narración de la expulsión de los mercaderes del templo está descrita con profusión de extras muy metidos en su papel, mientras un Jesucristo se gira a cámara para enfatizar cómo se quita el cinto para castigar con él a los profanadores. Estas notas poco naturalistas resultan irreales, pero también ayudan a subrayar las actitudes y los caracteres de los personajes, evitando que un discurso tan lineal como puede ser el esquema versículo-descripción en imágenes borre dramatismo. Así, cuando en la escena siguiente el escriba reflexiona sobre cómo acabar con Jesús, lo hace con el rostro cabizbajo y mesándose la barba con notoriedad. Posteriormente proclama su idea abriendo los brazos y elevando el índice al techo. Muy del lenguaje mudo, evidentemente.
En resumen, excelente ambientación y escenografía, magnífica fotografía de George K. Hollister, tomada según Gauntier a la primera, notable dirección; un ritmo, con excepciones, muy interesante, grandes actuaciones, y todo muy fiel a la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Los capítulos en los que se divide la película son:
-La Anunciación y la infancia de Cristo
-La huída a Egipto
-El período de juventud
-La predicación del Bautista tras la etapa silenciosa de preparación
-La llamada a los discípulos
-Los milagros
-El Ministerio de Jesús
-Los últimos días
-La Última Cena
-La crucifixión y muerte.
Las numerosas referencias bíblicas fueron buscadas posteriormente en la fase de montaje, presentando un puñado de errores.
La parte de los milagros es muy confusa y larga en exceso, quizá por su mayor facilidad de ser trasmitidos al espectador en una película muda que los pasajes en los que prima la Palabra de Jesús, de mayor trascendencia para la historia.
El realismo de los escenarios naturales es tal que el actor que hace de Jesucristo, Robert Henderson-Bland, reza realmente en el Monte de los Olivos, escena impresionante donde sólo vemos la silueta de Jesús de perfil a la izquierda con el fondo de la ciudad de Jerusalén al fondo. La comunicación con Dios Padre con un breve movimiento de cabeza inspira espiritualidad, sencillez, y a la vez grandeza. Este actor se trabajó el papel de tal forma que se aislaba del equipo entre los escenarios naturales para interiorizar su caracterización.
La película culmina con la escena del Crucificado expirando, tras un precario y simple silueteado de Jerusalén en el que caen torres cuando la tierra vibra con fuerza. Al final, aparece rotulada la respuesta de Jesús a Nicodemo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”
-La Anunciación y la infancia de Cristo
-La huída a Egipto
-El período de juventud
-La predicación del Bautista tras la etapa silenciosa de preparación
-La llamada a los discípulos
-Los milagros
-El Ministerio de Jesús
-Los últimos días
-La Última Cena
-La crucifixión y muerte.
Las numerosas referencias bíblicas fueron buscadas posteriormente en la fase de montaje, presentando un puñado de errores.
La parte de los milagros es muy confusa y larga en exceso, quizá por su mayor facilidad de ser trasmitidos al espectador en una película muda que los pasajes en los que prima la Palabra de Jesús, de mayor trascendencia para la historia.
El realismo de los escenarios naturales es tal que el actor que hace de Jesucristo, Robert Henderson-Bland, reza realmente en el Monte de los Olivos, escena impresionante donde sólo vemos la silueta de Jesús de perfil a la izquierda con el fondo de la ciudad de Jerusalén al fondo. La comunicación con Dios Padre con un breve movimiento de cabeza inspira espiritualidad, sencillez, y a la vez grandeza. Este actor se trabajó el papel de tal forma que se aislaba del equipo entre los escenarios naturales para interiorizar su caracterización.
La película culmina con la escena del Crucificado expirando, tras un precario y simple silueteado de Jerusalén en el que caen torres cuando la tierra vibra con fuerza. Al final, aparece rotulada la respuesta de Jesús a Nicodemo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”