Goze:
Se refiere a las mujeres con discapacidad visual en Japón, muchas de las cuáles trabajaban como músicas ambulantes.
Aquí se nos narra la historia de una de ellas, Orin.

Nada más que por la suntuosa, hermosa fotografía, junto a la minuciosa ambientación de época con una dirección artística notable, un juego de colores tan bien conjuntado que en momentos resulta fascinante, por esto ya merecería la pena su visionado.
Para nada es lento su ritmo y mucho menos aburrida, eso sí, un ritmo diferente al de películas occidentales.
Contada con algunos saltos temporales y flash back, esto hace que no sea líneal, y se agradece.

La historia abarca unos 16 años y se sucede casi en un soplo, lo cuál indica que muchas elipsis son acertadas, como el ritmo temporal, algunos saltos son abruptos.
El hecho de situarnos un Japón durante la primera guerra mundial, es determinante en el desarrollo de los hechos y no es nada azaroso que el contexto final esté situado en este período histórico.

Realza el dramatismo y crudeza de las duras y trágicas existencias que quiere desvelar.
Queda muy patente, las multiples y azarosas dificultades de una época en la que la simple subsistencia, era agreste y sembrada de míseria, peligros y trampas.

Hay una historia de amor nada convencional, que posee una carga de malditismo de una rareza singular y hasta original, que quizá sorprenda a más de uno y una.

Resalto de nuevo, la sobresaliente iluminación de muchas secuencias tanto en exteriores como en interiores, te deja con la boca abierta, la elegancia con que lo consigue.
Kazuo Miyagawa, uno de lo más grandes entre los grandes cinefotógrafos de la historia:
"Rashomon", "el intendente Sansho", "malas hierbas flotantes", "Yojimbo", "los amantes crucificados", "her brother".
Lo que es decir, Kurosawa, Mizoguchi, Ozu, Ichikawa. Casi nada.
Un argumento poco conocido de mujeres que nacían con un aura brutal de fatalismo y unas reglas de juego severas e injustas.