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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
5
Drama Asturias, 1839. Durante la primera guerra entre carlistas e isabelinos, Beatriz, la hija de un coronel isabelino, casada en secreto con un capitán carlista, se ve metida en una dramática aventura en la que se enfrentan su padre y su marido. (FILMAFFINITY)
11 de agosto de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Independientemente de su filiación franquista —“Raza” (1941), “Franco, ese hombre” (1964) —, José Luis Sáenz de Heredia es un cineasta dotado de indudable talento —la encantadora “Historias de la radio” (1955) así lo atestigua—. Sin embargo, dicho talento no acaba de despegar en esta cinta de largo, poético —y cierto que algo retórico— título. Y es que la ambiciosa tentativa de amalgama de géneros hace aguas —valga la redundancia— casi por todas partes.
En primer lugar, el melodrama paralelo —amago del mismo, más bien; toda vez que apenas si llega a esbozarse, muy al principio y en el desenlace de la película— constituye un añadido folletinesco y argumentalmente innecesario, por cuanto no supone impronta alguna en la historia principal.
Igualmente incomprensible me parece la figura de ese escritor que se pasea por el pueblo iluminando a tirios y troyanos con sus rancias perlas de sabiduría.
En cuanto a la reflexión acerca de la sempiterna querella entre progreso y tradición, la apuesta por la última es de un pueril y ramplón tal que dan ganas de ponerse a excavar el parque público más cercano —sólo un ejemplo a vuelapluma de la urticaria que puede llegar a provocar.
Sí funciona, por el contrario, la traslación de los códigos del western a la realidad protoindustrial de la España isabelina. Porque, efectivamente, “Las aguas bajan negras” es, ante todo, un western —“sui generis”, claro; pero no puede negarse que lo sea—. Ahí radica, creo, buena parte del interés de una película con visos, en su día, de superproducción, manifestados en una factura técnica intachable.
Estamos, en fin, ante una curiosidad a la que el correr de los años no ha sentado demasiado bien. No obstante, vale la pena echarle un vistazo, aunque sea solamente con tal de tener un vislumbre del cine—digamos— “oficial” de la época.
Carorpar
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