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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
5
Comedia Londres, años 60. Colin (Michael Crawford) se ha perdido toda la revolución sexual, pero tiene a su amigo Tolen (Ray Brooks), a quien envidia, para que le enseñe todos los secretos que debe conocer para conquistar a las mujeres y poder recuperar el tiempo perdido. Nancy Jones (Rita Tushingham) es una joven despistada y provinciana que llega a Londres... Anárquico clásico de la cultura mod con una música genuina del swinging London. ... [+]
25 de noviembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que requieren de una mirada diferente, ser vistas a través de unos ojos que no son los ojos con los que vemos la mayoría de los films. También existen otras películas que no es que se queden viejas, sino que directamente nacieron para quedarse así, fruto de una coyuntura muy específica. Estamos ante una de esas películas, de esas que no se puede negar que son hijas de su tiempo.

Podríamos hablar casi de la existencia de una conjunción astral que convirtió este film en uno de los títulos imprescindibles de la década. Es hasta cierto punto comprensible que esta variante algo chusca del "Jules et Jim" truffoniano ganara la Palma de Oro en Cannes hace justamente ahora medio siglo, aunque escuece comprobar a posteriori que “El coleccionista” de Wyller, “La tienda de la Calle Mayor” de Jan Kandar o “El más allá” de Kobayashi eran algunas de sus rivales en aquella edición.

La eclosión reciente de la nouvelle vague y el free cinema, la liberación de la mujer en pleno desarrollo, las drogas, la irrupción de los mods y las bandas urbanas, el pop… los sesenta en una palabra. Y el estilo libertario del primer Lester que venía de rodar “A hard´s day night” (con unos chavales de Liverpool que luego grabaron algunos discos y tuvieron cierto éxito y tal), germen de los futuros videoclips y de esas performances que al final se nos han terminado atragantando un poco a todos. Bien pensado, se dieron todos los ingredientes para el triunfo de una propuesta que sin duda en su día resultaba transgresora. Hoy esos ingredientes han derivado en razones más que suficientes para tener en consideración esta reliquia anárquica y juguetona, para convertirla, pese a sus evidentes carencias, en una parada casi obligatoria en el camino del buen cinéfilo.
Juan Solo
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