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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
6
Romance. Comedia. Drama Nikki, una mujer que enviudó hace años de un hombre del que estaba profundamente enamorada, se encuentra un día con un desconocido cuyo parecido físico con su difunto esposo es tan extraordinario que se sentirá extrañamente atraída por él. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de Alfred Hitchcock y de su magistral “Vértigo” planea en todo momento sobre este drama romántico del director canadiense Arie Posin. Tampoco es que se pueda hablar de un remake, al menos en su sentido más ortodoxo. En su película, Posin nos habla del amor en la madurez, del poder curativo del sentimiento amoroso capaz de actuar en esa edad como motor para superar la pérdida del ser querido que nos ha estado acompañando toda la vida. El director es consciente de que al desarrollar esta historia se va a acercar mucho a los supuestos que manejaba Sir Alfred en su citada obra maestra. Da vértigo la verdad, pero Posin no se amilana y se enfrenta a ello con valentía. Como declaración de intenciones, no duda por ejemplo en colocar el poster del famoso clásico hitchcotiano decorando una de las paredes de la casa de la protagonista.

Luego está, claro, la premisa argumental, solo que cambiando el rol y el sexo de la pareja protagonista; aquí es una mujer la que años después de fallecido su marido se enamora de otro hombre físicamente clavadito a él. La apuesta es arriesgada y bordea el imposible y el ridículo, es más a veces no puede evitar caer en él. Hitch planteaba la historia de amor entre Scottie y Madeleine, que incluso al final tenía su justificación coherente, en el contexto de una película de género. Posin pretende dar a su historia un enfoque más realista. Y ahí es donde entra el problema de la verosimilitud.

Al final, es el trabajo de los actores lo que logra sacar adelante el film y hacer que superemos esos problemas de credibilidad. Fundamentalmente, por parte de su pareja protagonista, la maravillosa Annette Bening y el siempre solvente Ed Harris – el tercero en discordia es un desaprovechado Robin Williams cuyo personaje termina siendo poco menos que episódico. Bennig es el principal activo del film, luce orgullosa sus incipientes arrugas, y tampoco es que Harris tenga demasiados problemas al respecto. “La mirada del amor” es también la mirada de Anette que asiste entre sorprendida y escéptica a su descubrimiento- ni siquiera se atreve a preguntarle a su enamorado si tenía un hermano gemelo del que nunca fue informada, por si las moscas. Una mirada que termina siendo limpia y serena como observamos en la brillante escena que cierra el film. La película fracasa cuando quiere explotar la parte morbosa de la historia con una Benning empeñada en vestir a su novio como a su difunto esposo o en llevarle a los sitios que frecuentaba con él. Eso que con Hitchcock, Novak y Stewart funcionaba, aquí está a punto de hacerlo saltar todo por los aires.
Juan Solo
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