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España España · Barcelona
Voto de Maximillian:
10
Drama. Romance Un elegante playboy y una bella cantante de un club nocturno se conocen a bordo de un lujoso transatlántico y surge entre ellos un apasionado romance. Aunque ambos están comprometidos (ella es la amante de un magnate y él se va a casar con una rica heredera), establecen un pacto antes de abandonar el barco: encontrarse en el Empire State Building en un plazo de seis meses si siguen sintiendo lo mismo el uno por el otro. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2020
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante una de las historias de amor más bellas y románticas de la historia del cine, cuajada de ingeniosos diálogos, de situaciones de una ternura exquisita en las que se alterna la alta comedia con la intensidad del melodrama, en parajes de ensueño filmados en glorioso technicolor con la amplitud de campo que permite el cinemascope y con una pareja protagonista en la cumbre de sus carreras, los encantadores Deborah Kerr y Cary Grant, destilando glamour, carisma y una química entre ellos difícil de superar.

Leo McCarey, aborda este remake de su propia obra "Tu y yo" ("A Love Affair"), que fuera interpretada en 1939, dieciocho años antes, también en dos representaciones memorables, por Irene Dunne y Charles Boyer, en la que que un gigoló y una cantante se enamoran a bordo de un lujoso transatlántico, decidiendo reorientar sus vidas y acordando que, si lo consiguen, después de seis meses sin escribirse ni hablarse, para confirmar la veracidad de sus sentimientos, se reunirán en la azotea del Empire State Building de Nueva York. A partir de ese momento, el destino jugará sus cartas para ponerles a prueba y confirmar la intensidad de su amor.

El film se estrucutura en cuatro partes bien diferenciadas:

La primera, a bordo del transatlántico, en la que ambos protagonistas se conocen, coquetean y se enamoran, está resuelta con encantadoras situaciones de alta comedia, tan burbujeantes como el champagne rosé que les encanta consumir, con la pareja intentando evitar que se les vea juntos en público, pero dejándose arrastrar por su mutua atracción, a nivel de planificación, resulta impagable ver como está resuelto su primer beso con los rostros fuera de campo y la cámara enfocandoles, como espiándoles, por debajo de sus cinturas mientras él, la atrae hacia si, en lo alto de una escalera de cubierta.

La segunda parte, tiene lugar en el puerto de Villefranche-sur-Mer, en la mansión de la abuela de Nickie, donde se produce la mutación de la pareja, al descubrir que sus sentimientos van más allá de una simple atracción, descubren el amor y entienden que ese amor va a cambiar sus vidas para siempre.

En este segmento es impagable la actuación de ambos protagonistas:

Deborah Kerr interpretando la mutación de Tracy, que se produce cuando expresa a la abuela de Nickie su admiración por el encanto y placidez de su hogar y comenta que se quedaría aquí para siempre y la abuela le responde: “este es un buen lugar para evocar tiempos pasados, pero usted todavía tiene que crear sus propios recuerdos”.

Y Cary Grant representando a Nickie en la capilla, cuando desde el punto de vista de una imagen mariana, contempla la devoción de Tracy y entiende que la atracción que siente por ella ha desbordado los límites materiales para entrar en el terreno de lo espiritual.

La tercera parte se produce a su llegada a Nueva York y transcurre durante los seis meses que la pareja protagonista se ha dado para reorientar sus vidas y demostrarse que son capaces de reconstruirse a si mismos antes de su cita en la azotea del Empire State Building de Nueva York. En este segmento resulta notable el montaje paralelo de las actividades profesionales de ambos y la tensión existente con sus respectivas parejas que es un recital interpretativo de miradas y expresiones.

La cuarta parte tiene lugar tras ese periodo en el que el destino actúa y condiciona el devenir de los personajes, al que no puedo referirme para no hacer spoiler de la trama a los afortunados futuros espectadores que aún no han disfrutado esta deliciosa historia de amor.

Tan solo resaltar la gran calidad interpretativa de Cary Grant en los últimos minutos de la trama, al contemplar su propio cuadro, como consigue transmitir con la simple expresión de su rostro, sin mediar palabra, toda la profundidad y entendimiento de las razones que le han hecho llegar hasta ahí y la entereza con la que afrontará definitivamente su destino.
Maximillian
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