Comedia ocurrente en general cuyo argumento posee desparpajo, es divertido y encierra una suerte de guasa que poco a poco se va ganando al espectador, incluso al más recalcitrante, que termina rendido a su desenvoltura y desenfado.
El guión está elaborado con mucha habilidad y la mano del director -A. Mayo- parece un suave soplido que impele todos los recursos para que cada escena posea la intensidad necesaria.
Ofrece muchas situaciones brillantes en las que un fino sentido del humor sitúa la franja del interés en cota elevada.
Diálogos, sibilinos, mirada frívolas y un ritmo impetuoso proporcionan un dinamismo y una vitalidad que aprovecha a conciencia el elenco encabezado por L. Howard, B. Davis y O. de Havilland pero en el que también hay que destacar a un soberbio E. Blore.