Disponer las piezas del rompecabezas sobre el tablero, conseguir que encajen sin fisuras, presentar los indicios, señalar las dudas con elegancia y sin sobresaltos, mantener el interés, desarrollar la trama con tersura narrativa y otorgar vida a los personajes y a las situaciones siempre ha sido la clave del éxito en cualquier argumento policial.
También hay que destacar magníficos encuadres de cámara, fotogramas que aislados componen auténticas obras de arte por su composición y la sobresaliente actuación del elenco con especial mención a P. Knowles.

La prosa de E.A. Poe imaginó un París de 1899 para su tétrica narración casi cien años antes de que P. Rosen estrenara la película.
Y ambos llegaron a ese magnífico punto de encuentro en que obra literaria y cinematográfica ofrecen su mejor versión.