Un prometedor y dinámico planteamiento inicial enseguida da lugar a un desarrollo que no se corresponde con las expectativas esperadas ante la adaptación de “Conversación con una momia” que E.A. Poe publicó en 1845.
Ni los destellos de lujuria en El Cairo, ni el embrujo del interior de una tumba, ni la peripecia propuesta, de por sí interesante, bastan para satisfacer al espectador una vez trascurrida la primera media hora de proyección.
Y eso que la convicción de que pasado y presente se conjugan en un mismo tiempo verbal proporciona máximo interés a la propuesta.
La interpretación de T. Curtis es correcta.
Quien destaca en la producción es A. Koren ya que la fotografía se erige, sin duda, en la mejor baza del largometraje.