Pues nada, la típica comedia francesa con un guión barato, con un reparto nutrido de caras conocidas, con ritmo y acción (bueno... a su manera) y variedad de chistes y situaciones cómicas.
Todo esto da como resultado un cóctel que económicamente funciona, pero a los que pedimos un mínimo de lógica y cordura en las formas (por llamarlo de alguna manera, mal y pronto) nos parecerá insuficiente.
El caso es que la intención de los productores es esa, dinero fácil, yendo a lo seguro, por lo que a nadie va a engañar, pero bastante más se le puede pedir. Demasiadas situaciones surrealistas resolviendo los problemas de los protagonistas, cosas como Rossy de Palma despachando a dos matones en un ascensor o dejando K.O a un mafioso a base de patadas, sobra. Si, sobra cuando se recurre una y otra vez al disparate. Es la línea que se cruza demasiado, la frontera entre lo permisible y no que no se puede tolerar.
La pareja protagonista la componen el típico personaje serio, inteligente y corpulento, y el típico personaje gracioso, tonto e incapaz de golpear a alguien. (polos opuestos, vamos) Vaya... ¿No habíamos visto esto antes?
En definitiva, una sesión de comedia francesa que puede resultar entretenida, pero con muchas deficiencias y limitaciones. Soportable para la tarde del domingo, sin calentarse mucho la cabeza, y sabiendo muy bien a qué tipo de cine nos enfrentamos.