He vuelto a encontrarme con El grito en el cielo después de muchos años, en un canal de tele a las mil de la madrugada y de verdad, me he reído como un idiota... Cargada de escenas histriónicamente cómicas, pero con toques angustiosamente crueles como el de la maravillosa yonki interpretada por Ana Torrent en uno de esos papelones que la pareja de directores se reservan para cada estreno, la peli no puede tomarse más en serio de lo que se pretende. En una época en la que la telebasura ya es sinónimo de televisión, la película, lejos de envejecer mal, gana enteros, y el dramatismo de corazones rompiéndose en un cuarto de baño, estatuas vivientes con el Ave María de fondo y enanas traumatizadas ejerciendo de peluqueras escayoladas podría contener perfectamente a un rey de España pidiendo perdón a los españoles por cazar elefantes en época de crisis en la que se suspenden oposiciones y la hambruna se extiende.
A mí, el cine de estos dos me encanta, me divierte y evade, y hace que me sienta orgulloso de referentes mariconiles de los que hacen gala.
Lo mejor: Las actrices están de miedo.
Lo peor: Que casi se podría catalogar de documental.