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Argentina Argentina · santa fe
Voto de rouse cairos:
4
Thriller Un escritor y profesor de literatura es acusado de asesinato, luego de que su novela titulada "Arrebato", que habla sobre un misterioso crimen ocurrido en la vida real, sea publicada. (FILMAFFINITY)
16 de septiembre de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sandra Gugliotta es una de las respetables directoras argentinas que por la primera mitad de la década del noventa, junto a Caetano, Trapero y Martel, ente otros, dieron lugar al llamado Nuevo Cine Argentino. Realizadora de “Un día de suerte” (2002), “Las vidas posibles” (2007) y el documental “La Toma”, estrenado en 2013. “Arrebato” es su cuarto largometraje y su película más ambiciosa en términos de producción y pretensiones comerciales, aunque también es la más fallida. Parte de una propuesta interesante: un thriller sobre los celos y los límites entre realidad y ficción que se contaminan mutuamente.

“Arrebato” comienza inscribiéndose dentro del género policial, para derivar hacia el trhiller psicológico. Un escritor (Echarri), perturbado por los celos, influenciado por un crimen pasional que descubre en los periódicos, se deja llevar hacia contactos ominosos que desembocan en una muerte real.

Hay una primera escena que funciona como especie de prólogo autojustificativo, donde el protagonista-escritor explica ante un grupo de alumnos, algunos gajes del oficio. Dice que en un relato “lo que importa es el cómo”, que “con tal de entretener, todo vale; hasta el crimen”, y que “la banalidad y la brutalidad” pueden ir juntas. También sostiene la posibilidad de que, a fuerza de repetirse en una larga cadena de reiteraciones, un hecho termina por ser creído. Sobre el pizarrón un gráfico con flechas que van y vienen de la “Realidad” a la “Ficción” anticipan el contenido.

Con una construcción cinematográfica más o menos clásica en cuanto a la narración (donde resulta por lo menos de difícil justificación la inclusión de la repetición de una escena); con una fotografía correcta y una banda de sonido algo excedida en los acompañamientos incidentales, en general los problemas no tienen que ver con lo técnico, sino con un abordaje inseguro del género. Si bien el guión esquiva algunos lugares comunes, está repleto de escenas que no conducen a nada. El eje de la trama se desplaza y se pierde detrás de nimiedades intrascendentes, con una dirección apurada que resigna precisión en detalles para nada menores que afectan la construcción del verosímil.

Si bien “Arrebato” cumple con rasgos característicos del género, falla en un requisito importante: la identificación del público con sus personajes, sobre todo porque no resulta creíble el protagonista en su doble rol de escritor y de marido celoso que pasa de la indiferencia a la obsesión. Con una figura relevante como Pablo Echarri es evidente que se busca una alternativa posible a la dependencia de que un film esté actuado por Darín para atraer al público, pero sus jadeos y gestos desafortunados confirman definitivamente que la suya fue una elección equivocada. Por su parte, Mónica Antonópulos y Leticia Brédice hacen algunos aportes a la resbaladiza tensión dramática y erótica, pero -incluso con sus vestidos de alta moda- lucen desaprovechadas en su potencialidad actoral. Es una pena que Echarri, quien ha hecho papeles correctos en varios films de buen nivel, no haya podido encontrar la clave para hacer creíble a su sicótico personaje.

Con un comienzo prometedor, “Arrebato” termina naufragando por la irregular generación de suspenso. Predecible en sus vueltas argumentales, se apoya demasiado en la banda sonora para generar lo que no puede de otra forma y satura con música y respiraciones agitadas; menos al final, cuando por contraste utiliza el tema interpretado por una banda indie que habla del amor entre dos galaxias y que funciona irónicamente
rouse cairos
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