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San Marino San Marino · Ladera del Monte Titano
Voto de Fej Delvahe:
8
Drama Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En una pequeña ciudad francesa vive Barny, una joven viuda que trabaja en Correos. Ella y su hija sufren los rigores de la guerra, el racionamiento, el mercado negro y las redadas. Para evitar la deportación de la niña, hija de padre judío, la envía al campo. Pero, movida por la desesperación, busca consuelo en el confesonario y se desahoga declarándose atea.
11 de septiembre de 2010
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela de Béatrix Beck (“Léon Morin, prêtre”. Premio Goncourt, Francia 1952), está película en blanco y negro obtuvo el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia de 1961. La historia que nos cuenta tiene lugar durante la invasión alemana en la Francia de la II Guerra Mundial.

J.P. Melville confronta y amiga con una filmación de gran categoría a los dos personajes principales: por un lado un sacerdote católico y por otro una viuda agnóstica y comunista que vive sola con su hija pequeña. En principio ella va hacia él con el único ánimo de provocarlo intelectualmente, de “sacarlo de sus casillas religiosas”, pero dado que el cura se muestra, como diría el psicólogo Carl Roger, con gran empatía (la capacidad o el talento de ponerse en el lugar del otro y comprenderlo), tras este primer encuentro la mujer quedará muy imantada hacia este hombre-sacerdote (que además es atractivo para ella) y seguirá buscándolo a menudo para platicar, de manera que va entablándose una cierta relación cordial, amistosa, catequética.

La película se encuadra en el género religioso-cristiano, con diálogos brillantes sobre religión, fe, amor y sentido de la vida, que son un manjar para amantes de la filosofía, la teología o la simple búsqueda de las razones de ser. Sirva de ejemplo este que ocurre al principio del filme cuando ella va hasta el confesionario de la iglesia con la única intención de hallar a un ministro cristiano, a un representante profesional del hecho religioso y cuestionarle la religión en sí misma o su fe en Dios; pero se topa con un hombre sereno, inteligente y buen dialéctico que le contesta no con idiosincrasia polémica sino más bien empática, comprensiva, dialogante:

Mme Barny acomete con avidez provocadora:
—“La réligion, c’est l’opium du peuple (La religión es el opio del pueblo).”
León Morín (el presbítero) le contesta de manera serena:
—“Pas exactement... (No exactamente...)”

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fej Delvahe
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