A través de varios “flashbacks”, se nos cuenta que Kate desde que era una niña se crío con su tío Douglas, al que profesa un gran cariño y admiración. Cuando éste se dispone a marchar a la India como médico durante diez años, se ve como la entonces niña Kate sufre muchísimo por la separación de su amado tío y le ruega que por favor no se vaya. Luego vemos que tras una década fuera, su tío regrasa casado al viejo hogar de Gran Bretaña donde kate, que es ya una joven y atractiva adolescente, lo recibe con gran contento. La cuestión es que no sabemos exactamente si es Kate la que seduce a Douglas o éste a la joven; pero un día que están ambos a solas en casa él sube a la habitación de ella y la conquista carnal y sexualmente. Desde entonces surge una apasionada relación amorosa entre tío y sobrina que les lleva a lanzarse a la aventura de irse unos días de vacaciones en Suiza, lejos de miradas conocidas y donde puedan dar rienda suelta a su amor.

El reparo se intensifica cuando Johann, el guía que contratan para subir a las montañas —joven y apuesto como ella—, conforme va tratando a Kate y en momentos en que están ambos a solas, le provoca vergüenza a la muchacha por lo que está haciendo con su vida; algo comprensible pues el lozano montañero es más o menos de su edad, se siente atraído por ella y le hace ver que con él una relación amorosa es completamente jovial y natural, mientras que con su tío, hombre cincuentón y encima ya casado con otra mujer, vivirá siempre acomplejada, avergonzada, mal vista, quebrantada por el qué dirán. No en vano una relación así, entre una joven de apenas veinte años y un hombre de cincuenta o más, es algo chocante, da bastante la nota en todas partes, resulta poco factible, sin vías de normalización ni aceptación en el mundo que nos rodea.


Fej Delvahe