Mi curiosidad por ver una película tunecina de tan exótico baile, título y portada, me ha llevado a ver la ópera prima de Raja Amari.
De un país muy cerrado en sus costumbres y prejuicios, sorprende en cierta manera un tipo de película basada en las bailarinas de un cabaret (lugar donde los hombre van a beber, fumar y deleitarse con las danzas de mujeres con vestidos ligeros y exóticos al son de los tambores y la pandereta) y en concreto de Laia, una mujer viuda hastiada de su aburrida vida como ama de casa, que encuentra en la danza un escape a la rutina y el tedio.
Es una pena que se intuyan más las buenas intenciones en vez de verlas plasmadas en la película, donde ya empieza con una aburrida y floja presentación, con demasiados fundidos en negro, sin muchas ideas. Más hecha por necesidad que por querer hacerla. La cosa se anima cuando Laila descubre el cabaret y se adentra en el mundillo, pero en general la película carece de cierto interés. No ofrece una trama novedosa, tampoco es novedosa la forma de contarla, y la narración se nota primeriza, con más fallos e ilusiones que técnica. No llega a ser mala, se deja ver, pero su mayor baza, el exotismo de la danza, no le saca el partido que podría dar de sí este arte, y despreciando esto, la película queda un poco coja.
A esto, le sumamos un final bastante desconcertante y ambiguo, que personalmente no me ha convencido demasiado.
Como puntos a destacar queda la música típica tunecina de las danzas y una correcta y simpática Hiam Abbas que congenia muy bien con el público.
Una película de iniciación al mundo del celuloide por parte de la directora Raja Amari, y mera curiosidad para el cinéfilo, sobretodo los de mentalidad occidental como un servidor.