Betty Grable no tenía verdadero talento de bailarina ni de actriz y era solo una aceptable cantante. Tampoco era una belleza, sobre todo teniendo en cuenta el alto nivel exigido en su medio (¡se la comparaba con Rita Hayworth!). Pero parecía tener, además de mucha confianza en sí misma, lo que Hollywood exigía a sus estrellas (fuera lo que fuese), de manera que (aunque no demasiado valorada en Europa), se convirtió en un icono cinematográfico y erótico de su época en su país. Esta puede ser una de las películas en que más brilla, sobre todo en ese impactante número en que baila y boxea con su propia sombra (una sombra tan rebelde como solía ocurrir en número parecidos de otros artistas). La película es también una de las pocas oportunidades que tiene el aficionado de hoy en día para ver bailar al famoso coreógrafo (pero casi desconocido bailarín) Hermes Pan.