Pasaban extraños sucesos en la cabaña hermosa junto al lago (la fotografía, netamente estilizada, de esos paisajes son lo único rescatable de esta peli tan singular). Pero Sorvino fluctuaba entre la incredulidad, la picardía al ver puertas que se cierran solas o la debida inquietud al dar cuenta de que eso no era normal.

No se sabe que hace, o para que está allí (lee, escribe, no se entiende). Dice que ese lugar es su refugio, su pequeña felicidad, y sin embargo mantiene vigente una foto de su padre despreciable en primer plano. Luego el novio que llega y empieza el desmadre.

La peli no pretende ser de terror y no lo es. No es romántica tampoco, pues resultan mucho más convincentes los insultos hacia el novio que los arrepentimientos posteriores. Por momentos es netamente "fantasmal", y por momentos esa fantasmada se transforma en una burda lectura psicológica/psiquiátrica. Lo burdo toma relevancia: desde el devenir argumental de reacciones varias hasta una discusión entre "seres" que resulta francamente lamentable.

El desenlace se codea con la revelación religiosa y el factor psicológico, si le exigimos coherencia a la trama, queda descartado.

Luego de semejantes vueltas mal calibradas lo primero que sale a la luz en The Presence es una alarmante y grosera falta de sutileza, mezclada con una recalcitrante mezcla de ideas incompatibles. Allí mismo es en donde la peli termina de hundirse. Porque intentó ser a todo momento un producto renovador, sugerente, algo definitivamente no explícito.