¿Se acuerdan de la "doble cero", aquella infame cinta española de nombre 'E.S.O.'? No hace ni dos meses de su fugaz aparición terrorista en alguna que otra pobre sala de cine de nuestra comunidad. Y un servidor, que recuerde, nunca le ha puesto dicha nota a otra cosa que se haya presentado bajo el paraguas del concepto "película". Bien, vale, en un despojo de mala leche a bien tuve de endiñarle a 'Transformers 2' un -2, nota que un año después y con el film digerido resulta a todas luces improcedente, aunque sea sólo por lástima, y que no se debía sino a la sensación de despecho padecida por la negación del hasta entonces mi querido e infalible Michael Bay.

Ahora con 'Scar 3D' se me presenta una duda: ¿a encontrado 'ESO' la horma de su zapato? ¿estamos ante otro título "doble cero"? Ummmm, no, creo que no... aunque casi. Releyendo lo que escribí hace apenas dos meses gran parte de lo dicho se puede extrapolar a esta nueva ¿película? con la que uno se vuelve a preguntar... ¿de verdad hace falta estudiar para esto? Como bien me decía un compañero hace poco para decir que algo es una mierda no hace falta extenderse demasiado: basta decir que es una mierda, y ya está. Pero es tan cierto como que el género del "torture-porn" se basa en el gusto humano por regodearnos en la crueldad de, por ejemplo, ensañarnos con una mala película hasta que esta, en una vuelta de tuerca inesperada, tome conciencia de sí misma y suplique clemencia.

La promoción de la cinta se centra, casi exclusivamente, en que ha sido rodada íntegramente en 3-D de alta definición y con la misma tecnología que ha usado James Cameron en 'Avatar'. Y si, aparentemente es en 3-D, vamos a darlo por bueno. Pero ¿y qué me quieres decir con eso? Lo uno no quita lo otro, y si yo me dedicase hora y media a filmar una bolsa de la compra jugueteando con el aire estaríamos en las mismas. Al igual que sucede con la fuerza, la técnica sin talento no sirve para nada, y he aquí que Jed Weintrob no parece compartir ni un ápice de talento con el citado Cameron... o con cualquiera, y ojo, que con cualquiera incluyo a Uwe Boll, ahí es nada. Y es que la realización de la cinta es tan endeblemente plana, pobre y hasta cierto punto inclasificablemente triste que ni siquiera sabe sacar provecho del citado 3D, su única razón de ser. En 'El Destino Final' o 'San Valentín Sangriento' de vez en cuando saltaba algo hacia la cámara; aquí ni eso, el trabajo de fotografía es tan pobre que, literalmente, parece una cinta rodada en unas prácticas por un estudiante de primer año de, no sé, ¿filología románica?