No está nada mal esta insólita película de policías corruptos (como reza su título). Lo más interesante de todo es el anacronismo de su realización: mientras lo que cuenta es bastante común y no se aleja demasiado de las típicas películas de robos maestros, el cómo lo cuenta y los elementos que utiliza dejan al espectador en una especie de "fuera de juego" que ayuda a dotar a la película de una personalidad diferente. La música es el primer elemento que diferencia a "policías corruptos": una banda sonora atípica y cercana a la comedia o al documental, algo que, desde la primera escena ya desconcierta al espectador. Lo segundo es su realización plana y extraña (a mí me ha encantado), sin grandes virtuosismos técnicos, pero con un gran control de los planos. Lo tercero (y lo más importante) es un Nicolas Cage haciendo de Nicolas Cage de una manera tan extraña que crea un personaje único, ese policía sin moral, casi estúpido, que sabe lo que quiere, pero lo consigue de manera casi ridícula. A su lado un sorprendentemente solvente Elijah Wood que cumple su cometido con nota, poniendo el complemento emocional en esta pareja de policías corruptos tan torpes como inteligentes, tan tontos como hábiles, tan extraños como cotidianos. Una película que es un constante contrasentido pero que funciona precisamente por eso: porque es diferente y porque al final funciona. Y eso es lo que importa, que más allá de sus aciertos o errores, funcione. Y esta extrañísima "Policías corruptos" funciona extrañamente bien.