La película sigue a un grupo de deportistas de atletismo en su preparación para las máximas justas deportivas, las Olimpiadas realizadas en Berlín en el año de 1936. En dicho contexto, se encontraba Adolf Hitler instalado en el poder, y las ideas propias del Nacionalsocialismo que comienzan a extenderse, incluida la persecución en contra de los judíos, además, de una más que obvia rivalidad ideológica con Estados Unidos que también buscaba ser vencida en el deporte.

Berlin '36 sigue la historia de Gretel Bergmann (Karoline Herfurth), atleta de salto alto de origen judío que a pesar de ser la mejor carta para los alemanes en las justas, comienza a ser relegada debido a su condición étnica. En el campo de entrenamiento conoce a Marie Ketteler (Sebastian Urzendowsky), un chico que viste de su mujer que es enviado para ser entrenado como tal y competir en las Olimpiadas, esto aprovechándose de su condición como hombre.

La película basada en hechos reales parte de una idea de Eric Friedler, con guion escrito por Lothar Kurzawa es dirigida por Kaspar Heidelbach, un tipo metido de lleno en la televisión alemana que da el salto a la pantalla grande con esta producción, donde se denota su origen televisivo en varios tramos del metraje. La historia es interesante y manejada de buena forma, sin embargo, peca por ser muy predecible y tiene un cierre un tanto abrupto.

Cuenta con una ambientación que sí bien es cierto es buena, se denota un tanto artificiosa y maquetada, en especial si se pone en un nivel macro, por ejemplo, los últimos minutos que suceden en competencia en el Estadio Olímpico de Berlín. Las actuaciones están bien, sin embargo, detallando en el asunto de Urzendowsky y su género, queda claro que tiene rasgos femeninos, obvia intencionalidad del director, lo que sucede es que posteriormente estos detalles parecen olvidarse y se vuelve, más que evidente que el tipo es un hombre.

Sí, esto es algo que el espectador lo sabe, entonces ¿cuál es el problema de eso? Bueno es muy sencillo, resulta tonto pensar que las personas que le rodean no se den cuenta de que la chica es en realidad un chico. Se da un enorme descuido por parte de la producción en ese aspecto, lo cual es imperdonable. Más allá de eso, Urzendowsky lo hace bien, logra compenetrarse de buena forma con su papel y con su co-protagonista.

A medio camino, de ver y pasar el rato, no es un desperdicio de tiempo, pero tampoco se quedará guardada en nuestra mente.