Cada capítulo de esta serie está rodado con una calidad altísima, cada uno podría ser en sí mismo (si no fuera porque el guión no puede autoconcluirse en un solo episodio) una película, y de las buenas. Desde el primer plano hasta el último, todo está cuidado y tratado con respeto: luz, sonido, montaje, fotografía. El guión está tratado sin exposiciones forzadas, que podría haber sido lo más fácil, y permite al espectador sacar sus propias conclusiones sin tomar partido ni enjuiciar a los personajes. Y la interpretación del trío protagonista es soberbia, la guinda del pastel. Sobresaliente Ben Stiller.