Por qué. Por qué una película como ésta es tan desconocida, tan difícil de encontrar, y está tan poco valorada. He llegado a ella a través de Andrew MacCarthy, una de las figuras icónicas de las películas ochenteras, y que a mí personalmente me vuelve loca, con su particular modo de gesticular, y he de decir que estoy todavía saboreando lo que acabo de ver.¿Por qué demonios soy la primera en hacer una crítica?
Me atrevo a decir que ésta es una de esas películas que están en la sombra y que, sin embargo, han servido de inspiración a otras que han pasado a la historia como "películas de culto". En este caso, y como amante de "El Club de los Poetas Muertos", no he podido evitar encontrar ciertas similitudes entre ambas películas, además de la compartida y cargante atmósfera estudiantil, en este caso aún más severa, pues está al servicio de la religión.
Sólo por ello tienes ya un motivo para verla, y a eso hay que sumarle unas fantásticas interpretaciones, así como una bonita historia de amor secundaria. Pero sobre todo, lo que más me ha gustado es que es muy transparente en cuanto a la manera en que se establecen los lazos de amistad entre los protagonistas; son unas y otras decisiones, así como situaciones, las que van construyendo relaciones, que durarán para toda la vida.
Lo mejor: Dunn (Andrew MacCarthy) y Rooney (Kevin Dillon).
Lo peor: la escena en la que sale el Papa. Es muy gratuita.

En fin, es una película de los 80, y el cine de los 80 mola mucho.