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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
8
Drama En el año 1944, durante el horror del campo de concentración de Auschwitz, un prisionero judío húngaro llamado Saul, miembro de los 'Sonderkommando' -encargados de quemar los cadáveres de los prisioneros gaseados nada más llegar al campo y limpiar las cámaras de gas-, encuentra cierta supervivencia moral tratando de salvar de los hornos crematorios el cuerpo de un niño que toma como su hijo. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos sinceros: hemos conocido los horrores de la Segunda Guerra Mundial por el cine. No por casualidad, se trata del episodio histórico que más veces se ha llevado a la gran pantalla. Con cada nuevo visionado, activamos nuestra memoria cinéfila y esperamos ver una variación más de esa historia que ya hemos oído, que ya nos emocionó y que Hollywood nos vuelve a contar siempre que puede. En nuestro imaginario figuran espacios tan terroríficos como los campos de concentración, pero hay ocasiones en los que una película consigue sacudir nuestros cimientos, sacarnos de nuestra zona de confort y abofetearnos con una propuesta totalmente nueva. El hijo de Saúl, por su lenguaje, su concepción visual y su capacidad de generar tensión, es una de esas maravillas. Conocemos el texto y el contexto, pero en el film de László Nemes pasamos por los túneles del terror sin ningún tipo de asideros. Una experiencia inédita que ningún cinéfilo debería perderse.

El húngaro Lazlo Nemes rueda el Holocausto como si se tratara de un viaje claustrofóbico entre la vida y la muerte. No se trata de ver el horror, sino de sentirlo en nuestras carnes. El hijo de Saúl sacude el alma y consigue que el espectador salga de la proyección sin aliento. Un film extremo que por momentos evoca la cámara nerviosa de los Dardene, mientras que en otros parece reproducir la coreografía del miedo de Masacre: ven y mira. Es una obra que no se ve: se sobrevive, en el mejor sentido de la palabra. Además, el film concluye con un final inesperado, una de esas resoluciones que dan un nuevo sentido a todo el metraje y que abre una obra tan física a lecturas muy profundas. Porque El hijo de Saúl, más allá de su narrativa en primera persona y su rotunda concepción fotográfica, es una historia de lucha y de esperanza. De cómo, incluso estando en mitad del mismísimo infierno, el instinto humano no da su brazo a torcer e intenta encontrar sosiego y dar sentido a la vida. Una de las películas del año. Sin exagerar.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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