Oliver Stone es un genio y esta película es una obra de arte. Consigue que uno se meta en la piel de un deportista profesional, que incluso podrido de millones, en el fondo no deja de ser un niño inseguro. También te mete en la mente de un entrenador mediático, que tiene que convivir con la presión de los resultados y sufrir a un colectivo de egos irreconciliables. La importancia que la sociedad actual le concede al deporte profesional justifica películas cómo esta. ¿Quizás es demasiado larga, tiene muchos planos a camara lenta, o muchas canciones? Puede ser, pero en eso consiste ser un director genial: arrisesgar para ganar. "Eso es el fútbol, eso es todo lo que es", dice Al Pacino en su discurso motivador. "Y esto es cine", añadiría yo.