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Cine negro. Intriga
Un agente de la policía de narcóticos (Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba. Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Quinlan (Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos. Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro. (FILMAFFINITY) [+]
6 de abril de 2008
35 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para comenzar, un arriesgado travelling (el más famoso, seguramente, junto al de las trincheras de Kubrick), a ritmo de jazz y con su propia "presentación, nudo y desenlace" (primer plano de la bomba, grúa, beso y explosión).
Por medio, un poquito de todo: drogas, puñetazos, caracterizaciones legendarias, tecnología, corrupción, secuestro, secundarios de lujo... y el ojo de Welles mirando con libertad, algo no habitual, y desde luego, sí de agradecer, porque tenía la mirada retorcida, y eso nunca agradó a los magnates de la industria.
Y Charlton Heston, el motivo de colgar esta opinión hoy, un actor que me fue gustando más conforme más películas vi de él; al principio no era santo de mi devoción, es verdad, por su continuo gesto de trascendencia, pero que tras verle interpretar a personajes precisamente trascendentes (El Cid, Ben-Hur, George Taylor...) terminé aceptando con agrado.
Y para concluir, pues esa famosísima frase lapidaria.
Por medio, un poquito de todo: drogas, puñetazos, caracterizaciones legendarias, tecnología, corrupción, secuestro, secundarios de lujo... y el ojo de Welles mirando con libertad, algo no habitual, y desde luego, sí de agradecer, porque tenía la mirada retorcida, y eso nunca agradó a los magnates de la industria.
Y Charlton Heston, el motivo de colgar esta opinión hoy, un actor que me fue gustando más conforme más películas vi de él; al principio no era santo de mi devoción, es verdad, por su continuo gesto de trascendencia, pero que tras verle interpretar a personajes precisamente trascendentes (El Cid, Ben-Hur, George Taylor...) terminé aceptando con agrado.
Y para concluir, pues esa famosísima frase lapidaria.