Telefilme tan plano como lleno de buenas intenciones, que bien podría ser un episodio más dentro de cualquier serie "light" tipo "La casa de la pradera". Estamos ante una historia tan pueril y con tantas concesiones al espectador (todas), que hasta mi sobrino de siete años se ruborizaría al verla.
A su favor cabe señalar la honestidad del director, que sabedor de las limitaciones del producto (dinero, actores, las suyas propias...), no ha buscado hacer cosas raras, realizando una dirección limpia que hace que su película no sea incómoda de ver.
A destacar la presencia de Maximilian Schell, uno de los actores austríacos más importantes (ganador del Óscar por "El juicio de Nuremberg), que por lo visto no contrató un buen plan de pensiones y se ve obligado a participar en productos tan alejados de los que le encumbraron.