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Voto de Big Fish:
9
1995
7,7
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Serie de TV. Documental
Documental de cuatro horas en tres partes en el que Martin Scorsese repasa la historia del cine clásico norteamericano, desde sus inicios hasta los años 70, que es precisamente la época en la que él comenzó a trabajar en el mundo del cine.
18 de septiembre de 2008
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísimo documental de Martin Scorsese tanto para los cinéfilos como para aquellos que disfruten con Scorsese. Este genial director nos propone acompañarle en un viaje a través de las películas americanas, un viaje cargado de subjetividad, que en el fondo es lo que lo hace interesante.
Este largo documental se divide en cuatro partes. En cada una de ellas ofrece una visión distinta del director de cine: el director como contador de historias, el director como ilusionista, el director como contrabandista y el director como iconoclasta. Sería interesante aclarar cada punto un poco, pero sería imposible hacerlo brevemente y prefiero dejarlo en el spoiler.
En cualquier caso lo verdaderamente interesante es la reflexión final con que cierra el documental, en la cual Scorsese compara su profesión de director con la vida sacerdotal, que estuvo a punto de elegir, y explica por qué se decantó finalmente por el mundo del cine... afortunadamente para nosotros.
Este largo documental se divide en cuatro partes. En cada una de ellas ofrece una visión distinta del director de cine: el director como contador de historias, el director como ilusionista, el director como contrabandista y el director como iconoclasta. Sería interesante aclarar cada punto un poco, pero sería imposible hacerlo brevemente y prefiero dejarlo en el spoiler.
En cualquier caso lo verdaderamente interesante es la reflexión final con que cierra el documental, en la cual Scorsese compara su profesión de director con la vida sacerdotal, que estuvo a punto de elegir, y explica por qué se decantó finalmente por el mundo del cine... afortunadamente para nosotros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El director de cine ha ejercido desde siempre la función de Cuentacuentos. Sobre todo en sus orígenes, el cine más que un espejo de la realidad ha sido una ventana hacia la ficción. El género documental, en palabras de Scorsese, era un género poco cultivado mientras que otros géneros en los que se contaban historias lo eran mucho más. El documental trata en profundidad tres géneros en especial: el cine de gángsters, el western y el musical.
El director ha necesitado también de explotar al máximo las posibilidades que le ofrecía el cine. Aprovechar los medios y las técnicas que sucesivamente iban apareciendo le permitían hacer cosas imposibles sin ellas y, en definitiva, convertirse en un ilusionista. Scorsese recorre alguna de estas innovaciones: el movimiento de la cámara, la aparición del cine sonoro, la posibilidad del cine en color, la utilización del CinemaScope, el uso de efectos digitales por ordenador y muchas otras cosas hacían del cine algo mágico y al director un mago, un ilusionista.
Hasta aquí podríamos achacar a Scorsese el hecho de que considera al director como el auténtico artista de cine. Él mismo reconoce que esto no siempre es así. A veces el guionista, los actores o el director de fotografía juegan un papel decisivo en la película. Todos los colaboradores de la película son de un modo u otro partícipes del resultado. Pero si hay alguien que merece mención especial para Scorsese éste es el productor. Él es el “mecenas”, de él depende en última instancia la materialización de la obra. Un director no puede hacer lo que quiera, necesita de la aprobación final de los productores. Porque en el fondo el cine es un negocio. Según Scorsese, el director se percató de eso y se dio cuenta de que la única manera de gozar de libertad era conseguir que los productores apostasen poco por una película a fin de no arriesgar en su inversión. Las películas de bajo presupuesto eran más independientes y personales. Dentro de este juego de relaciones económicas se erige la figura del director como contrabandista.
En último lugar, y a propósito de lo anterior se encuentra el director como iconoclasta. Mientras que los contrabandistas se encuentran, por así decir, dentro del sistema, el iconoclasta se pone frente a éste. Orson Welles y Stanley Kubrick son ejemplos de ello. El iconoclasta no permanece en la ortodoxia, la cual el contrabandista guarda mínimamente.
Todo esto plagado de múltiples entrevistas y mucho más hacen de este documental algo excepcional y que sin duda yo recomendaría.
El director ha necesitado también de explotar al máximo las posibilidades que le ofrecía el cine. Aprovechar los medios y las técnicas que sucesivamente iban apareciendo le permitían hacer cosas imposibles sin ellas y, en definitiva, convertirse en un ilusionista. Scorsese recorre alguna de estas innovaciones: el movimiento de la cámara, la aparición del cine sonoro, la posibilidad del cine en color, la utilización del CinemaScope, el uso de efectos digitales por ordenador y muchas otras cosas hacían del cine algo mágico y al director un mago, un ilusionista.
Hasta aquí podríamos achacar a Scorsese el hecho de que considera al director como el auténtico artista de cine. Él mismo reconoce que esto no siempre es así. A veces el guionista, los actores o el director de fotografía juegan un papel decisivo en la película. Todos los colaboradores de la película son de un modo u otro partícipes del resultado. Pero si hay alguien que merece mención especial para Scorsese éste es el productor. Él es el “mecenas”, de él depende en última instancia la materialización de la obra. Un director no puede hacer lo que quiera, necesita de la aprobación final de los productores. Porque en el fondo el cine es un negocio. Según Scorsese, el director se percató de eso y se dio cuenta de que la única manera de gozar de libertad era conseguir que los productores apostasen poco por una película a fin de no arriesgar en su inversión. Las películas de bajo presupuesto eran más independientes y personales. Dentro de este juego de relaciones económicas se erige la figura del director como contrabandista.
En último lugar, y a propósito de lo anterior se encuentra el director como iconoclasta. Mientras que los contrabandistas se encuentran, por así decir, dentro del sistema, el iconoclasta se pone frente a éste. Orson Welles y Stanley Kubrick son ejemplos de ello. El iconoclasta no permanece en la ortodoxia, la cual el contrabandista guarda mínimamente.
Todo esto plagado de múltiples entrevistas y mucho más hacen de este documental algo excepcional y que sin duda yo recomendaría.