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Voto de Lafuente Estefanía:
6
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Western
Una epidemia de malaria se cierne sobre los indios. Un joven doctor del ejército decide ayudarlos, pero es devuelto al campamento por un comandante. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2021
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Aunque perfectamente podríamos encuadrar este western entre los de indios o entre los de fuertes de caballería, bien merece que lo incluyamos entre los sanitarios. Y no solamente porque el protagonista principal Allen Sheward (Francis) sea un joven teniente médico que marcha al Oeste para adquirir experiencia, ni siquiera porque en la cinta se plantean los límites de la ética profesional cuando colisiona con los intereses castrenses, sino porque se describe con bastante fidelidad el desarrollo de una epidemia de malaria o paludismo.
El propio nombre latino ya nos indica las causas de la enfermedad. El paludismo (de paludis, palus, es decir, ciénaga o pantano) lo producen unos parásitos del género Plasmodium que son transmitidos por mosquitos.
Como se ha indicado, lo más interesante desde el punto de vista sanitario es la epidemia de paludismo que se extiende en todo el poblado de los kiowas que alcanza a 22 niños de los que mueren dos, al "hombre medicina", Isatai, y al mismo jefe Satanta. Se produce entonces una interesante fusión cultural con los mejores resultados terapéuticos, cuando Allen administra altas dosis de quinina, el gran antifebrífugo de la época, y el hechicero sus brebajes bien calientes.
Mientras tanto el médico planteará la necesidad de trasladar el asentamiento kiowa lejos de las zonas pantanosas buscando la salubridad de las tierras altas, la oficialidad del fuerte estallará contra él bajo la acusación de ponerse del lado de los indios en detrimento de los intereses militares. Lo que constituye el núcleo de la obra al contraponerse la salud pública con la política castrense. Cuando la epidemia llegue también al fuerte y los indios al ver el impecable comportamiento moral del médico entierren el hacha de guerra, se resolverá el drama. "Doctor blanco tratar a todos igual, indios y soldados".
El guion es flojo, lo mismo que la realización, tampoco nos parece muy acertada la elección de Francis para el papel del médico, pues su actuación resulta en todo momento muy envarada y poco expresiva. El resto del elenco cumple bastante bien, incluida la sofisticada Lony McKey (Redd), y sobre todo los excelentes secundarios. Hay abundancia de extras y buenos movimientos de las caballerías india y militar en los combates.
La personalidad de los protagonistas tampoco queda del todo bien trazada, especialmente en la parte sentimental de la trama donde se plantea un triángulo entre Allen, Lony y la india Manitel, resuelto al final con cierta precipitación, sobre la marcha.
En cualquier estamos ante una película interesante cuyo punto fuerte gira entorno a la ética médica militar, tema sin duda novedoso en el género. También las deficiencias científicas, materiales y humanas que se denuncian, o la necesaria obediencia debida al mando a veces reñida con el Juramento Hipocrático.
Por cierto, el primer gran avance científico sobre el paludismo lo dio un médico militar francés en 1880, Charles Laveran. Trabajando en Argelia observó parásitos dentro de los glóbulos rojos de los enfermos, proponiendo un protozoario (Plasmodium) como la causa de la enfermedad. Posteriormente el médico hispano-cubano Carlos Finlay sugirió que el vector que transmitía la dolencia entre los humanos era un mosquito del género Anopheles.
El propio nombre latino ya nos indica las causas de la enfermedad. El paludismo (de paludis, palus, es decir, ciénaga o pantano) lo producen unos parásitos del género Plasmodium que son transmitidos por mosquitos.
Como se ha indicado, lo más interesante desde el punto de vista sanitario es la epidemia de paludismo que se extiende en todo el poblado de los kiowas que alcanza a 22 niños de los que mueren dos, al "hombre medicina", Isatai, y al mismo jefe Satanta. Se produce entonces una interesante fusión cultural con los mejores resultados terapéuticos, cuando Allen administra altas dosis de quinina, el gran antifebrífugo de la época, y el hechicero sus brebajes bien calientes.
Mientras tanto el médico planteará la necesidad de trasladar el asentamiento kiowa lejos de las zonas pantanosas buscando la salubridad de las tierras altas, la oficialidad del fuerte estallará contra él bajo la acusación de ponerse del lado de los indios en detrimento de los intereses militares. Lo que constituye el núcleo de la obra al contraponerse la salud pública con la política castrense. Cuando la epidemia llegue también al fuerte y los indios al ver el impecable comportamiento moral del médico entierren el hacha de guerra, se resolverá el drama. "Doctor blanco tratar a todos igual, indios y soldados".
El guion es flojo, lo mismo que la realización, tampoco nos parece muy acertada la elección de Francis para el papel del médico, pues su actuación resulta en todo momento muy envarada y poco expresiva. El resto del elenco cumple bastante bien, incluida la sofisticada Lony McKey (Redd), y sobre todo los excelentes secundarios. Hay abundancia de extras y buenos movimientos de las caballerías india y militar en los combates.
La personalidad de los protagonistas tampoco queda del todo bien trazada, especialmente en la parte sentimental de la trama donde se plantea un triángulo entre Allen, Lony y la india Manitel, resuelto al final con cierta precipitación, sobre la marcha.
En cualquier estamos ante una película interesante cuyo punto fuerte gira entorno a la ética médica militar, tema sin duda novedoso en el género. También las deficiencias científicas, materiales y humanas que se denuncian, o la necesaria obediencia debida al mando a veces reñida con el Juramento Hipocrático.
Por cierto, el primer gran avance científico sobre el paludismo lo dio un médico militar francés en 1880, Charles Laveran. Trabajando en Argelia observó parásitos dentro de los glóbulos rojos de los enfermos, proponiendo un protozoario (Plasmodium) como la causa de la enfermedad. Posteriormente el médico hispano-cubano Carlos Finlay sugirió que el vector que transmitía la dolencia entre los humanos era un mosquito del género Anopheles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por lo que parece una negligencia profesional del médico del acuartelamiento muere un joven oficial herido de una flecha en la pierna. Al extraerla daña la arteria femoral y se produce una hemorragia súbita e incontenible. El Coronel envía una nota a la superioridad en la que se queja de la incompetencia de los cirujanos militares que les envían, pues son borrachos, drogadictos, incompetentes ... y carniceros. Para eso, dice, mejor no tener nada. Literal.
Las quejas escuecen en Washington y le mandan al joven y atildado Allen con su fajín verde del cuerpo sanitario, que es objeto enseguida de la puyas del resto de la oficialidad. Ante su pregunta inocente: "¿Muchas muertes por aquí?", le responderán con sorna: "Lo mismo que en el Este, una por persona". Cuando rechace llevar armas en las misiones según indican las Ordenanzas, escuchará: "Los kiowas no entienden mucho de Ordenanzas".
Pero el primer choque con la dura realidad de su trabajo lo tiene al contemplar el penoso aspecto que ofrece la Enfermería del cuartel, sucia, mal ventilada, con bisturís oxidados y licores en las estanterías en lugar de medicinas. Total, le dicen, si los demás médicos solo usaban aceite de ricino, quinina y whisky. Por cierto, que de esta última bebida se hacía uso abundante para calmar los dolores dentarios a modo de "enjuague".
Las quejas escuecen en Washington y le mandan al joven y atildado Allen con su fajín verde del cuerpo sanitario, que es objeto enseguida de la puyas del resto de la oficialidad. Ante su pregunta inocente: "¿Muchas muertes por aquí?", le responderán con sorna: "Lo mismo que en el Este, una por persona". Cuando rechace llevar armas en las misiones según indican las Ordenanzas, escuchará: "Los kiowas no entienden mucho de Ordenanzas".
Pero el primer choque con la dura realidad de su trabajo lo tiene al contemplar el penoso aspecto que ofrece la Enfermería del cuartel, sucia, mal ventilada, con bisturís oxidados y licores en las estanterías en lugar de medicinas. Total, le dicen, si los demás médicos solo usaban aceite de ricino, quinina y whisky. Por cierto, que de esta última bebida se hacía uso abundante para calmar los dolores dentarios a modo de "enjuague".