Curiosamente el mismo año, 1970, se estrenaban dos cintas de temática muy similar. La que aquí nos ocupa y "Dos mulas una mujer". En ambos casos nos encontramos con una monja que camina solitaria y perdida en la inmensidad del Oeste.
Aquí se acaban las similitudes para desgracia de la obra de Hopper, a distancia sideral de la de Siegel, sin ser esta tampoco nada del otro jueves. Lo mismo que sucede con los intérpretes de una y de otra.
Pero dejemos las comparaciones para centrarnos en "Madron". Es este el nombre de un veterano aventurero (Boone) que, andando por ahí, se tropieza con la hermana María José del Niño Jesús (Caron) a la que ayudará a llegar a su convento de Santa Fe librándola de maleantes bobos y de unos indios apaches agitanados tampoco demasiado inteligentes.
La obra está hecha con muy escasos medios, apenas tres personajes y unos pocos extras que se adivinan allá a lo lejos. Rodada íntegramente en exteriores desérticos, para ahorrar y evitarse desplazamientos apenas cambian de ubicación. Siempre parece que estén en el mismo sitio.
Guion rutinario y pobres diálogos, "Ese dinero se usaría mejor encendiendo una vela por su alma", lo mismo que sucede con la realización. Con diferencia es el western más flojo que hemos visto de Hopper.
Lo mejor, la baladita que sirve de fondo musical, la cordial relación que se establece entre la monja y el viejo trotamundos y las dignas interpretaciones de ambos. Poca cosa.
Cumplida "la gran hora de silencio" que aprovecha para orar, la buena hermana tiene tiempo para mostrarnos sus dotes de enfermera cosiendo la herida abierta por un cuchillo después de hacer inhalar cloroformo a su paciente.
Película mala sin contemplaciones que no recomendamos.