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Voto de Lafuente Estefanía:
8
Drama. Cine negro Un detective investiga un asesinato en un barrio de clase baja. Los rumores del vecindario señalan como sospechoso a un introvertido y solitario inquilino, a quien el verdadero asesino intentará incriminar con la ayuda de una bailarina que es su novia y de quien el sospechoso está enamorado en secreto. Tras la segunda Guerra Mundial existió en la península ibérica, durante unos años, un programa de co-producciones entre España y ... [+]
3 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Partir" es el título del tango que interpreta la cabaretera Ninon en un cafetucho del "Barrio". Es [María] la Portuguesa (Milú, Almeida Lemos) que, desgarrada y vestida de negro, se está despidiendo de un ambiente y de una vida que aborrece atada sin remedio al Señorito (Nogueras), el chulo que la esclaviza. Algo que suena vagamente al fado de Carlos Cano.
Partir es también lo que está deseando Luis (Leblanc), un modesto albañil aprisionado por la sordidez de un Barrio donde "Nadie sabe reírse", pero llevándose también de allí a su joven enamorada.
La primera escena, la descarga en el puerto de un viejo camión y de un montón de neumáticos usados, sitúa la trama en los años del aislamiento internacional de la posguerra cuando España debía importar vehículos y repuestos deteriorados para iniciar su recuperación económica.
Allí trabaja D. César (Marín), un solitario administrativo secretamente enamorado de Ninón a la que contempla todos los días en silencio, de mirador a mirador, al estilo de "La ventana indiscreta" (Hitchcock, 1954).
Pero el auténtico protagonista de la cinta es el Barrio en su conjunto, donde toda maldad parece tener asiento. Desde los mozalbetes que se burlan crueles de los delirios de una anciana "Marquesa", hasta las viejas comadres alcahuetas o la fauna tabernaria de maleantes que pueblan sus calles. Nada, nada se salva en este "¡Maldito Barrio!"
Así lo estima también la policía que debe desentrañar lo que se llamará "El crimen de las escalerillas de San Bernardo", cometido con pobre cobrador domiciliario que muere apuñalado en aquellas calles. "¡Mire usted que caras ... Cualquiera puede ser el asesino!"
Pero ahí está el comisario Castro (Morán) para desentrañarlo con sus métodos particulares.
¿Género policial? Escasa intriga, pues pronto conocemos al posible asesino. Mas bien neorrealismo dramático, donde se recrea con fruición el ambiente mezquino y sucio del Barrio, la imposible regeneración de sus moradores en línea con un claro naturalismo.
Un guion solvente para una dirección extraña. No parece preocupar mucho a Vajda el análisis de sus personajes, la superficialidad de sus personalidades. El grupo humano, la colectividad está por encima de la individualidad. Individualidad magistralmente descrita no en frases o palabras, sino en imágenes. Y es que viendo la expresividad de los rostros casi no hacen falta comentarios para conocer a los personajes. En esto, como en el magistral uso de las sombras, de la fotografía o de la música, parece una obra claramente expresionista.
Neorrelismo, naturalismo, expresionismo ... algo de todo esto (o mucho) hay en "Barrio". Incluso de musical por las interpretaciones de Ninón. Una película extraña extrañamente dirigida. Pero valiente y osada.
Una buena película, una de esas perlas cinematográficas que se esconde entre tanta hojarasca vana. Y ello a pesar de la dudosa elección de los actores que no terminan de encajar en sus personajes, o es que sus interpretaciones son algo frías.
Imprescindible para los estudiosos del cine español de la posguerra, que no es tan malo como pretenden hacernos creer, recomendable para todos.
Lafuente Estefanía
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