Decidido a rehacer su vida, un famoso pistolero, Clint Harrison (Martín), marcha en busca de su esposa Julie (Coch) y de su hijo que lo han abandonado.
No va a ser fácil el retorno, pues allí donde va reina la injusticia y los abusos de los poderosos. En este caso Walter Shannon (Barnes) y sus hijos, apoyados por Ross (Sancho) y por un montón de secuaces. Y mira que intenta apartarse del camino de la violencia, pero hay tanta que para el bueno de Clint acaba siendo rutinario tener que hacerle frente.
Cinta de tema muy convencional, la reinserción del pistolero, pero hecha con un guion y con una realización bastante decente para lo que es el western hispano. Personajes estereotipados pero creíbles, bien interpretados fuera de cierta sobreactuación en los diálogos. Escenas de peleas bien realizadas, lo mismo que los tiroteos y la defensa del pueblo por los vecinos al grito de "¡Que vienen los Shannon!". Como si fueran los hunos de Atila.
Buen aprovechamiento de los preciosos escenarios del parque de Aigüestortes donde se ambienta casi toda la película.
Un detalle, como excepción a la regla los dos taberneros que salen en escena se alían con los débiles en lugar de apoyar a los poderosos como suele ser habitual.
Para curar las heridas de las palizas, se limitarán a un lavado superficial y a la aplicación de unos toques de lo que podría ser tintura de yodo.
Película digna e interesante que merece la pena ver.