Dos hermanos gemelos medio indios. El que tira para comanche, Notha, se pone ciego de peyote, es malísimo y no hace otra cosa que asaltar diligencias y matar inocentes. Al que le tiran los blancos, Johnny Moon, es el bueno pero está harto de que lo persigan confundidos. Ambos tienen a Shatner como protagonista.
La cinta es limitada de recursos económicos, pobre, de acuerdo, pero eso no justifica en absoluto una ambientación tan cutre y tan descuidada. Las vestimentas, las fachadas de los edificios del pueblo con las ventanas pintadas, lo mismo que la rejilla de la puerta giratoria del saloon y otros muchos pequeños detalles que, suponemos, no hubiera costado tanto presentarlos un poco mejor. Aunque solo fuera un poco.
¿Qué decir de los indios? Sus ridículas pinturas de guerra, sus atuendos o los mismos poblados parecen auténticamente hippies.
El guion no existe, tan solo es una sucesión deshilvanada de escenas tópicas. Lo que podía haber sido un interesante enfrentamiento fraterno con puntos de vista opuestos según su educación, "El hermano habla como lo que cree ser", se reduce a una serie de disputas banales entre ellos.
Paralelamente asistimos a un feroz enfrentamiento entre los dos caciques de Río Hondo que acaba a tiros con todos muertos. No se salva ninguno de las dos bandas. Total para concluir con la reflexión: "Es una pena que hayan tenido que morir tantos hombres, pero no había otro remedio". ¡Qué le vamos a hacer!
La dirección está a la altura del guion resultando una obra lenta y pesada. Personajes estereotipados e interpretados a la buena de Dios. Joseph Cotten debió de reírse un rato durante el rodaje.
Dos cosas destacamos únicamente, los paisajes de lo que parece la sierra madrileña y la magnífica cuadra de caballos españoles que vemos. Si tanto acierto hubieran tenido en la elección del personal de la ficha técnica otro gallo hubiera cantado.
Resumiendo, una película que no recomendamos a nadie.