Peligroso y pedregoso es el terreno que se pisa en esta cinta rodada sabe Dios donde. Pero es mala tierra. Peor que unos malos diálogos, que lo son, es un mal doblaje que termina por hacer ridículo el esfuerzo de los actores por levantar la obra. Actores que, como en toda serie televisiva donde el presupuesto es bajo, apenas son cuatro gatos mal contados.
El resto una banda de bobos malvados dirigidos por un malvado bobo, pero que al menos tiene las ideas claras: "Si un hombre bebe es difícil que frunza el ceño, y si bebe mucho no pregunta". Ni tenemos en cuenta a los patéticos "revolucionarios" mejicanos. En la otra parte dos viejos de vuelta de todo a quienes el Oeste del siglo XX les viene grande, un joven sheriff hijo de uno de ellos y sobrino del otro que perdió a su madre no por una neumonía como dijo el médico sino por una dolencia del alma. Completa el cuadro una joven guapa y desenvuelta.