Una precuela, como se dice ahora.
Dos años antes del célebre "Espartaco" (1960), el italiano Cottafavi nos regala este interesante antecedente en el que los gladiadores y su lucha por la libertad juegan un destacado papel.
Una "cinta de romanos" según el argot de nuestra infancia, con una significativa presencia de actores hispanos.
Estamos en el siglo II dC y Marco Numidio (Manni) abandona la vida muelle de Roma para hacer méritos en su carrera política. Marcha a Armenia, en los confines caucásicos del Imperio, donde el guerrero Asclepio (Marchal) se ha levantado en armas junto a la bella Zahar (Cruz). Curioso que él lleve el nombre del dios griego de la Medicina y ella, hija de un célebre médico armenio, conozca bien los secretos de esa ciencia.
Sofocada la rebelión, el guerrero se convertirá en gladiador y ella se encargará de la salud de la corte.
La historia es interesante y parte de la misma se reflejará luego en la obra de Kubrick, incluso algunos detalles de la lucha en la arena contra las fieras la veremos luego en "Gladiator" (2000).
El guion combina bien las intrigas cortesanas entre la bella Amira (Canale), el gobernador Crispius (Tordesillas) y el joven monarca. Interesantes las reflexiones y los consejos de Crispius a Marco.
Discreta realización que no termina de levantar el vuelo. Personajes superficialmente perfilados, con malos y buenos sin matices ni términos medios.
Dignas interpretaciones en general.
Ambientación asimismo discreta, sin grandes monumentos de cartón piedra ni lujos en el vestuario. Sin embargo hay que destacar las escenas de la lucha en el circo con las fieras y las cabalgadas con bellos paisajes al fondo.
Cinta clásica de romanos con sus grandilocuentes diálogos y sus luchas, en cierto modo precursora de las grandes obras del género.
Solo por eso y por la notable presencia de actores españoles, dentro de su modestia merece un vistazo.